Cap. 4 Un niño y su madre

“Porque un padre es el que direcciona el carácter de los hijos”

Noah llegó a casa arrastrando los pies, pensando en lo que sucedería mañana, estaba cansado de que le dijeran: Cabeza de Torbellino, Cabeza de Chorlito y cosas como esas. Se miró el cabello, era rizado y eso le daba un aspecto desaliñado y descomplicado, muchos se burlaban de él.

Su madre se asomó y con buen ánimo le preguntó:

—¿Qué tal tu día?

—Ahí…

—¿Ahí cómo?—salió Valkiria.

—He tenido mejores días…

Lo vio irse a su habitación cabizbajo, cosa rara en él. Cuando llegó a cuarto escuchó el pitido de su computador y fue a ver quién le enviaba un mensaje y era Adrián:

—¿Qué es eso de que nos darán una madriza?

—Me amenazaron, se vengarán de que sancionaran a Estévez…

—Estoy cansado de esos bravucones.

—Hay que pensar en algo.

—Consideraré algo y te diré lo que haremos mañana.

Noah cerró la comunicación y se fue a bañar, al salir vio a su madre sirviendo la comida:

—Hice fideos con queso para ti, son tus preferidos.

—Sí…

—¿Todo bien?

—Sí… Empatamos el partido, intenté meter un gol y no pude.

—Solo te falta más práctica y sé que serás el mejor.

Noah revolvía los fideos reflexionando que mañana podía ser historia frente a todos.

Estrategia para que no nos peguen

Nadie entendería que los niños podían ser crueles, hacían bullying cibernético y además golpeaban en grupo, Noah miraba al techo y estimaba la forma en cómo escaparía de su suerte cuando sonó su computador.

Fue a ver y era Adrián luciendo su uniforme de karate:

—Tengo una idea…

—Ya era hora, he considerado como 100 formas de morir joven.

—¿Tienes tu pistola de agua?—vio su desconcierto—¿La pequeña?

—Ajá, ¿les lanzaremos agua?

—Algo más que eso…—sonrió malicioso—¿Tienes tinta?

—No, pero puedo comprar…—comenzaba a captar la idea.

—Entonces haremos lo siguiente…

Iban a ir con todo contra esos bravucones y no permitirían que los apabullasen.

Davis habla con Zeink

Davis entró al restaurante del hotel y miró a todos lados buscando a Zeink, este se hallaba en una mesa leyendo el diario del día y cuando lo vio se veía como todo un señor elegante e imponente:

—¡Wow! Te ves genial.

Zeink alzó la mirada y vio a su asiático amigo y compañero de habitación y sonrió emocionado:

—Davis, es bueno verte, claro preferiría que en otras circunstancias.

—Definitivamente yo también.

—¿Un Whisky?

Asintió y Davis le dijo:

—Han pasado muchos años Zeink y ahora verte de este modo me da pesar.

—Bien, por un lado, es impactante, por el otro para mi familia sería algo bueno, sabes que somos tradicionalistas y que siempre vamos a la familia y el heredero de la familia Fadel no tenía sucesor… Y ahora inesperadamente tiene uno.

Davis tomó de su whisky y le preguntó:

—¿Te harás la prueba de ADN?

—Mi abogado dice que sería lo mejor si no queremos un escándalo innecesario.

—Creo que Minerva te tendió una trampa…—entonces un poco incómodo le dijo—me llamó ayer para decirme que atestigüe sobre lo de ustedes.

Zeink se sorprendió con eso y Davis le explicó:

—Fui testigo de sus salidas y de su relación, entonces ella quiere presionarme con eso.

—Vaya…

—Se blindó como se dice…—bebía otro poco—¿qué puedo hacer Zeink?

Ahora se daba cuenta de que “Mini” era muy astuta y se le iba con todo.

—Ella asegura que es mi hijo, mete las manos al fuego por eso…

—Bien… el niño tiene tus ojos y se parece mucho a ti, sé que lo tiene en una buena escuela y que le da una vida de príncipe.

Era lo menos que esperaba de ella hacia el niño.

—Pero, ahora quiere más.

—Exacto, quiere los millones Fadel—dijo Davis.

Zeink le dijo entonces:

—Si ese niño es mío, lo pelearé y se lo quitaré—dijo contundente—protegeré al pequeño de la víbora de su madre.

—No te será tan fácil, Minerva contrató a un abogando Excent.

—¿Qué es eso?

—Abogado de élite, un perro maldito.

—También puedo contratar a un abogado bueno… Quiero enseñarle a Mini que meterse con Zeink Fadel no es tan simple.

Entonces cambió de tema y le preguntó:

—¿Sabes algo de Valkiria Marshall?

Davis se quedó con el vaso alzado mirando a Zeink sorprendido:

—¿Hablas de la Enfocada?

—Sí, ¿sabes algo de ella?

—No… Ella se fue a raíz que tú, de hecho dos meses después y no, no sé más.

Tenía que encontrar a esa mujer, debía hacerlo y entonces le dijo:

—Lastimosamente, estás metido en todo esto, fuiste testigo de mis devaneos, no te culparé por decir que es cierto, porque lo es.

—No quiero perder tu amistad Zeink.

—Nunca lo harás…—sonrió.

Se dieron un fuerte apretón de manos y se despidieron. Entonces le ordenó a Memet.

—Quiero que prepares una donación para la escuela Saint Germain, algo ostentoso y generoso.

—Sí, señor—dijo inmediatamente él.

Listo para todo

Esa mañana Noah tenía la pistola lista con tinta azul, la escondió en su chompa, su madre lo apuró:

—Noah, vas a llegar retrasado.

—¡Voy mamá!

Respiró hondo y salió con su mochila puesta y su uniforme:

—¿Llevas todo?—preguntó Valkiria.

—Sí—se tocó la chompa—todo…

—Bien, no quiero que llegues tarde.

Lo llevó hacia el auto y el niño le dijo:

—Mamá, si me pasara algo, siempre me recordarías, ¿verdad?

Valkiria se detuvo en seco ante sus palabras y miró a su hijo sorprendida:

—¿Qué pregunta es esa Noah?

—Solo quiero saber…

—Esas cosas no me gustan, sabes que te amo y que eres mi hijo.

—Pero no tengo papá y… ¿Cuándo conoceré a mi papá?

Ella se puso incómoda y le dijo:

—Tu padre es un hombre muy importante y ocupado.

—¿Entonces está vivo?—dijo entusiasmado—eso me dice que puede aparecer en cualquier momento… ¿Verdad?

Valkiria le dijo a su hijo:

—Noah, pon atención en clase, no quiero que pelees o te metas en líos.

Eso no lo podía prometer, estaba listo para la guerra.

Cuando vio el colegio, Adrián respiró hondo y Minerva le dijo:

—Espero que no te metas en problemas, no estoy para tensiones.

—Descuida…

Lo vio bajar y caminar decidido, podía ver en su caminar el caminar de Zeink Fadel, se hacía agua por meterle las manos a la fortuna Fadel y Adrián era el vehículo.

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