Ella toma una respiración temblorosa.
“Logré patearlo por un segundo, y fue entonces cuando él sacó un cuchillo e hizo este corte, diciéndome que me mutilaría tan mal que nadie me querría. No me importaba eso. Y mientras luchábamos con el cuchillo, yo tratando de quitárselo y él continuando golpeándome mientras trataba de hacerme cooperar, fue cuando Zade, quien escuchó mis gritos, apareció y se dio cuenta de lo que estaba sucediendo y comenzó a pelear con él. Ya ellos estaban en malos términos en este punto”.
“¿Y él no le hizo nada? Debió haberlo matado”, digo, mi voz temblando.
Sus lágrimas están cayendo y ya no las detiene.
“Zade ya había perdido la vista de un ojo por negarse a atacar a una mujer indefensa en su apartamento. Y sabía que si le hacía algo a Gaultier solo lo lastimarían más, así que le dije que no pasó nada y que estaba bien. Que llegó a tiempo…”, susurra.
La miro fijamente, con la mente dando vueltas. Ella guardó ese secreto para protegerlo.
“Entonces, él no sa