Otra mujer soltó una risita fría.
“No te atrevas a decir que eres el joven amo de alguna gran compañía o el hijo de algún primero al mando”.
“¡Títulos como esos son completamente inútiles aquí!”.
“¡Déjame advertirte algo! ¡Será mejor que cooperes y nos des ya tu contraseña!”.
“¡Necesitamos inspeccionar tu teléfono en busca de documentos prohibidos!”.
“¡De lo contrario, te encerraremos durante cuarenta y ocho horas antes de deportarte de vuelta!”.
“¡No nos hacemos responsables de lo que ocurra durante ese periodo!”.
Después de escuchar esas palabras, los demás trabajadores y guardias de seguridad mostraban miradas juguetonas.
Naturalmente, ya habían amenazado a muchos supuestos jóvenes amos y príncipes con el mismo truco.
Por muy presumidos que fueran, no tuvieron más remedio que ceder.
Algunos incluso les ofrecieron a los guardias de seguridad su dinero, relojes y joyas sin dudarlo.
De no ser así, habrían sido enviados a la policía del aeropuerto.
“Bien. Ya que quieres esta