“¡Aaagh!”.
Aaron gritó de dolor mientras salía por los aires. Una mirada miserable apareció en su rostro cuando se estrelló contra el suelo.
No creía que alguien se atreviera a darle una bofetada en su propio territorio, y mucho menos a faltarle al respeto.
Aaron apretó los dientes cuando vio que Harvey se disponía a irse.
“¡¿Cómo te atreves a pegarme?!”.
“¡¿Sabes las consecuencias de hacer esto?!”.
“¡Vayan! ¡Atrápenlo!”.
Seis guardaespaldas rodearon a Harvey al oír los gritos de Aaron.
“¡Muévanse!”.
Rachel, que había permanecido callada todo el tiempo, mandó a volar a un guardaespaldas que bloqueaba el paso de Harvey de un solo puñetazo antes de apartar a otro de una patada.
¡Bam, bam, bam!
Los guardaespaldas no pudieron reaccionar a los ataques y salieron volando en un instante. Algunos de ellos tosieron sangre después de ser golpeados contra las paredes.
“¡Oh! ¡No está mal!”.
Aaron se cubrió la cara y se levantó con furia.
“¡Ahora estoy seguro de que hiciste trampa!”