Capítulo XII

La semana pasó fugaz y cuando quiso darse cuenta, su editora había regresado de París. En los días anteriores, al regreso de Odette, se mantuvo encerrado en sí mismo e incluso dejó de lado sus proyectos. Su mente no estaba equilibrada, muchos pensamientos atiborrándolo y volviéndolo casi demente. Por supuesto, una vez asumido los errores, le resultó más sencillo hacerle frente a lo que vendría más adelante, pero, ahora, las cosas volvían a ser pacíficas. Los pensamientos centrados en un solo objetivo: el trabajo. Pese a ello, una parte de su consciencia le recordaba que tendía que hablar con su editor. Odette sabría darle un consejo o, bueno, él deseaba que fuese así. La comunicación con Dominic —le gustase o no— siguió de forma profesional. Después de todo, aquel chico también era su editor.

(…)

Mi

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