14| No es su culpa.
Helene observó la cara roja de Itsac que miró a todos los estudiantes con el mentón levantado.
Aún había varios que sonreían con malicia, pero la mayoría se habían puesto muy serios.
— ¿Qué significa todo esto? — preguntó, pero nadie contestó. — ¿Les parece gracioso burlarse así de una de sus compañeras? El menor aquí tiene veinte años, esto no es la escuela o la universidad, necesito que demuestren madurez o se irán, y si les molesta algo, lo dicen.
Un hombre levantó la mano.
— Nos incomoda que ella esté acá — dijo mientras ajustaba la corbata de su uniforme — no queremos una compañera que lastima a los demás solo porque es muy arrogante para admitir que se equivocó.
— ¿Así que fue usted? — le preguntó Itsac, pero el hombre no contestó — bien, si eso es lo que les molesta, entonces les mostraré algo.
Caminó hacia la tarima y sacó una pantalla donde proyectaban imágenes.
Todos se sentaron en las bancas frente a la pantalla, y luego apareció la imagen de Helene en la cabina