--- Ana Teyssier ---
Abro la puerta e inmediatamente, lo veo, está sentado en el suelo, tiene recargada la espalda en la puerta, él voltea y se me queda viendo.
Aquellos hermosos ojos verdes que me hipnotizaban hace años están ahí, en esa mirada cansada, en esa misma maldita mirada que parecía que han pasado mil años que no me veía.
Puedo sentir cómo una oleada de coraje recorre todo mi cuerpo, puedo ver cómo se levanta inmediatamente, su imponente estatura se hace presente.
- Ana… - dice en tono suplicante.
- ¿Quieres hablar, no? Pues… ¡Vamos a hablar! Pero de una vez te digo una cosa, Dominik Müller… Ten por seguro que hay muchas cosas que no te va a gustar escuchar…
- Ana… Solo quiero que me dejes explicarte todo… Te puedo asegurar que las cosas no son como tú piensas…
- ¡Habla…! - digo comenzando a desesperarme.
- ¡Ven…! ¡Vamos a sentarnos! Quiero que platiquemos largo y tendido… - dice mientras intenta tomar mi mano, aquello me parece tan surreal.
- ¡No! Si quieres hablar, ¡Hazlo