--- Héctor Plourde ---
Luego, en un rápido movimiento, me retiré la ropa y zapatos que llevo puestos, me costó un poco, porque obviamente no piensas en que vas a terminar teniendo intimidad con el amor de tu vida cuando te cambias de ropa.
Ana sigue recostada, mira hacia arriba y luego se incorpora al sentir que no continúo besándole el cuerpo.
- Espera… Unos problemas técnicos… - digo cuando ella me mira y ve cómo intento quitarme los zapatos con agujetas.
- ¡Oh! – dice y vuelve a dejar caer su cuerpo en el suave colchón.
Ahora que estoy libre de mi ropa, es evidente mi erección, aun así, me tomo el tiempo necesario, así que, tomo sus pies y la jalo hacia la orilla de la cama. Ella solo emite un gritito ante la sorpresa.
Beso, sus dedos, me detengo en aquel tobillo que tiene, como dice ella, “una bella cicatriz”, la miro y sé que conozco su historia.
Continuó trazando un camino de besos y caricias hasta llegar a aquella zona que solo le pertenece a ella.
Acaricio sus muslos y