--- Dominik Müller ---
Puedo ver en el rostro de Ana un verdadero desconcierto al decirle que se va a ir a mi casa, pero no puedo negar que si ella se queda en el apartamento donde vive, no voy a poder estar tranquilo. Es más que obvio que Ana será un dolor de cabeza, que digo de cabeza, de muelas, pero, será la culpa, el remordimiento o lo que sea, no puedo dejarla.
Cuando comenzó a increparme con sus preguntas, estaba por perder la cabeza, estaba por perder mi calma, esta niña tiene el don de sacarme de mis casillas con facilidad, pero, lamentablemente, el que ella esté así, es mi m*****a culpa.
Antes de perder la cabeza y decir algo que no, prefiero salir al pasillo a donde me encuentro a su médico.
- Señor Müller, él es el doctor Alberto Díaz, especialista en accidentes como el de su esposa. – Dijo el médico frente a mí.
Miro al hombre frente a mí y me vuelvo a preguntar de ¿Dónde saca que Ana es mi esposa? Obviamente, no le digo nada, no aclaro nada, solo extiendo mi mano al otro