Julio llevó a Sofía al supermercado. Al final, habían decidido cocinar en casa.
Por supuesto, la decisión fue principalmente de Julio, ya que Sofía estaba cansada y quería comer algo rápido antes de irse a casa a descansar. Julio insistió en que ella no necesitaba hacer nada y que solo tenía que esperar la comida, así que Sofía aceptó a regañadientes acompañarlo a comprar los víveres.—Y aquí está el grandioso Julio César, haciendo sus compras como cualquier mortal. Esto sí que podría manchar su imagen de director general —bromeó Sofía mientras caminaba al lado de Julio. No podía evitar divertirse a su costa.
Observó al hombre, que medía dos metros y vestía traje y corbata. Parecía como si estuviera allí para adquirir el supermercado entero en lugar de simplemente para abastecerse de víveres. Se veía bastante fuera de lugar entre los pasillos de alimentos.
—Hablas como si los directores generales no fueran humanos —replicó Julio mientras escogía las verduras—. ¿Acaso no necesitamos come