Sin embargo, su teléfono seguía apagado, lo que la preocupó aún más y no tuvo más remedio que llamar a Alejandro.
Tardó mucho en contestar, y la ansiedad de Sofía estaba por las nubes.
—¿Señorita Sofía? — Alejandro contestó.
Parecía desconcertado de que Sofía le llamara.
Sofía no perdió el tiempo y preguntó:
—¿Dónde está Julio? ¿Por qué no contesta?
Alejandro se quedó estupefacto y miró al viejo César, que negó con la cabeza:
—El señor César está en una reunión. Últimamente, ha estado muy ocupado, así que me ha dejado su teléfono, probablemente sin batería.
—¿Una reunión? — Sofía enarcó las cejas.
Eso fue raro.
—¿Cuándo va a terminar? — preguntó Sofía.
Tenía que oír su voz, o no estaría tranquila.
Alejandro no sabía qué hacer.
Sabía que Sofía esperaría a que Julio cogiera la llamada después de su reunión, pero el problema era que nadie contestaría.
Julio seguía sin aparecer.
Su silencio confundió aún más a Sofía.
—¿Qué? ¿No puedes decírmelo?
—No, es sólo que no estoy seguro de cuándo