—¿Por qué le mencionas? —Julio se recuperó después de un momento. Aunque se esforzaba por contenerse, sus manos apretadas revelaban su enfado interno.
Rafael lo miró y suspiró nuevamente.
—Mira cómo estás ahora. Incluso después de tanto tiempo, no puedes controlar tu ira cuando se trata de él. ¿Cómo te enfrentarás a él si lo encuentras en el futuro?
—Estás preocupándote demasiado. En mi corazón, él es solo mi enemigo — respondió Julio. Y frente a un enemigo, solo se podía hacer una cosa.
¿Enemigo? Rafael no sabía a qué se refería. Sacudió la cabeza y decidió no decir más al respecto.
—De acuerdo, ve a ocuparte de tus asuntos. Resuelve la situación con la familia Navarra lo antes posible.
—Sí, cuídate —dijo Julio mientras se daba la vuelta y salía de la biblioteca.
Cuando Julio regresó a la Mansión César después de su conversación con Rafael, Sofía también acababa de regresar a Orihuela.
Al salir del ascensor, levantó la vista y vio a alguien parado frente a su puerta.
Frunció el ceño