Una vez que terminaron con las espinacas, Francisco y Valentina salieron al jardín con Sofía.
El lugar estaba lleno de nieve en ese momento, formando todo un paraíso nevado.
—Sofía —murmuró Julio con nostalgia cuando vio al trío jugando en la nieve al lado de su casa, justo al lado de la valla de su propio jardín.
Sofía se acercó a él.
—¿Habéis terminado ya de preparar la comida?
—Mhm. El mayordomo lo está haciendo.
Una comida para dos personas no necesitaba mucha suntuosidad ni grandeza.
Julio sólo deseaba que Sofía pudiera unirse a ellos para comer.
Al recordar que sólo comerían juntos Julio y el viejo César, Sofía se compadeció de ellos.
—¿No invitaste a Fabián y a Valerio a comer?
Sabía que Julio detestaría verlos en ese momento, pero era Año Nuevo, la época en que la familia se reunía y pasaba tiempo junta.
—¿Ellos? — Julio frunció el ceño—. ¿Por qué debería? No somos familia.
—De acuerdo entonces.
—¿Y tú? Supongo que Antonio está cocinando.
Sofía asintió, avergonzada.
—Sí. Franci