—No acepto a Andrew Williams como mi esposo—grité.
Lo dije en su cara. Me sentía confiada, como si ahora, frente a todas estas personas, pudiese estar a salvo de este monstruo.
Todos me miraron conmocionados como si hubiera cometido un pecado.
Su agarre en mi brazo se aferró de una manera aplastante, sabía muy bien que me dejaría un moretón en el brazo.
Y un gemido salió de mi boca. Le grité.
—¡¡¡Suél