—¿Que te ama? ¿Es una broma? —Stéfano arqueó las cejas, su incredulidad evidente en su tono y expresión. Giovanni dejó escapar un profundo suspiro, apoyando su codo en el escritorio. Sus dedos se deslizaron lentamente por su sien, buscando claridad entre la confusión que le generaban sus pensamientos. La pantalla de su computadora se iluminaba con reportes recientes sobre las actividades de William Johnson, pero su mente estaba lejos de esos datos fríos y objetivos. —Sé que parece absurdo —comenzó Giovanni, su voz apenas un susurro—. Ella pasó ocho años enamorada de William. Ocho años… No fueron uno, ni dos, sino ocho. —¡EXACTO! —Stéfano alzó la voz, como si intentara romper la burbuja de incredulidad que envolvía a su amigo—. No puedes creer en una mujer que de repente dice "te ama". Sabes lo mentirosas que pueden ser, especialmente si hay algo que desean. Lo comprobaste con Valentina. —Le creo —respondió Giovanni, con firmeza. Stéfano frunció el ceño, la confusión reflejada en
Frente a Stéfano, Giovanni se acomodó en su sillón, con las piernas cruzadas y un habano en los dedos. Su mirada, fría y calculadora, parecía atravesar el ambiente. —No veo el problema, Stéfano —respondió con tranquilidad. Stéfano no pudo evitar sentirse frustrado. —Estás comprometido con Valentina. Si quieres la herencia de los Andreotti, necesitas casarte. Y Valentina, aunque no es la mejor opción, es una mujer libre. ¿Qué piensas hacer con una mujer embarazada que es esposa de otro? La risa de Giovanni resonó en la oficina, llena de una confianza inquietante. —¿Aún no entiendes cómo juego mis cartas? Cada movimiento que hago está pensado, Stéfano. Para cuando ellos se den cuenta, yo habré ganado —dijo mientras aspiraba el humo de su habano con despreocupación. Con un gesto ágil, arrojó una fotografía sobre la mesa. —¿Quién es esta mujer? —preguntó Stéfano, arqueando una ceja, intrigado. —La secretaria de William. Su actual amante, o al menos, con quien más tiempo pasa —resp
[—¡No!… Estamos bien, mis bebitos y yo…] —respondió Kathia el mensaje de texto. [—¿Sí? ¿Segura?… Estaré ahí a las 7 pm.] [—Me respondes rápido… ¿No estás muy ocupado? ¿Puedo llamarte? Me gusta más cuando escucho tu voz… Me tranquiliza.] Giovanni se quedó inmóvil, releyendo el mensaje varias veces. Ella había estado distante desde que se confesó la noche anterior, pero ahora, su tono descarado y juguetón volvía a aparecer, algo que a él, le gustaba más de lo que quería admitir. Decidió salir de la sección de mensajes y la llamó. —¡Gio! —respondió Kathia casi de inmediato, como si hubiera estado esperando la llamada con ansias. —Si hay algo que te incomoda o preocupa, puedes decírmelo. Iré de inmediato —dijo él, sintiendo la urgencia en la voz de la profesora. —No. No necesitas dejar tu trabajo —respondió ella, algo nerviosa—. ¿Qué dirá don Francesco cuando se entere de que dejas todo por mí? Me culparán, y no quiero que tu familia me odie… No quiero eso. Giovanni soltó una
—¿Tú eres? —preguntó Valentina a ese hombre rubio que le daba una apariencia… ¿Familiar? "Siento que… Ya lo he visto en otra parte…" Pensó la mujer, para sí misma. —Señorita Valentina Bianchi, tiene un lindo nombre —sonrió William, en un tono falso amistoso—. No busco hacerle daño. Sé que usted fue la prometida de Giovanni y, también se de todos los terribles rumores post-ruptura. El rostro de Valentina se coloreó de la pena. La mujer desvío su mirada hacia un costado y frunció el ceño. —¿Y usted quién es? —preguntó ella, intentando recuperar la calma. Aunque su corazón latía desenfrenado. ¿Y cómo no?, había un tipo a unos metros con un arma dispuesto a herirla—. ¿No cree que al menos debería decirme su nombre?, entró a mi departamento, burló mi seguridad. No parece alguien ordinario… ¿Tiene "negocios" con mi padre y busca hacerle daño a él, quizás? William se quedó un momento en silencio, llevando lentamente la copa a su boca, tomó un sorbo del licor. Seguidamente
✧✧✧ Minutos atrás. En el departamento de Valentina Bianchi. ✧✧✧ —Así que… —la mujer hizo una pausa, suspiró y sonrió—. Es un placer conocerlo, señor William Johnson. William se inclinó ligeramente hacia adelante, una sonrisa amplia y calculadora en su rostro. —El placer es mío, señorita Bianchi. Pero, como le dije, mis intenciones no son hostiles. Simplemente necesito que me ayude a recuperar a mi ex-esposa, Kathia. Valentina frunció el ceño, cruzando los brazos. —¿Y por qué debería ayudarte? No tengo ninguna lealtad hacia ti ni hacia tu ex-esposa. De hecho, en este momento, y con esta información revelada ante mí; lo único que quiero ahora, es mantener a mi hombre, Giovanni, lejos de todo esto. —Ah, Giovanni… —murmuró William, su tono se volvió más oscuro—. No te engañes, Valentina. Él no es el hombre que crees. No debería importarte qué le pase. Valentina sintió un escalofrío recorrer su cuerpo. —¿Qué quieres decir con eso? —preguntó, desafiando su mirada—. Sé exactam
✧✧✧ Esa noche. En la mansión del señor Andreotti. ✧✧✧ Su cabellera castaña brillando bajo la suave luz de las velas, algunos mechones meciéndose al compás de la brisa nocturna, la profesora Kathia, se sentó frente a Giovanni. Sus ojos avellana reflejaban una mezcla de nervios y determinación. La mesa estaba elegantemente dispuesta, pero en su mente había un único objetivo: abrir su corazón ante ese hombre. —Giovanni —comenzó ella, tomando aire profundamente—. Quiero que sepas que esta cena es más que una simple comida… Hay cosas que necesito decirte… Que tengo que hacerte entender —se atrevió a decirle la mujer. Giovanni la observaba, sus ojos grises llenos de calidez. Había algo en la mirada de ese atractivo hombre, que la hacía sentir viva y vulnerable al mismo tiempo. —Adelante. Te estoy escuchando —respondió él con su voz firme, pero su tono era suave y abierto, invitándola a continuar. Kathia se sintió un poco más segura. Tenía que ser valiente. La suave brisa de la noch
—No quiero que te sientas bajo presión, estás embarazada, no te agobies con esto —dijo Giovanni—. Eres libre de hacer lo que desees, soy tu esposo. Mientras dure nuestro acuerdo, lo único que pido, es respeto. —Entiendo eso… —respondió Kathia, su expresión seria. La noche continuó, ambos sabían que algo había cambiado en el ambiente. A medida que la conversación avanzaba, Kathia estaba lista para proseguir con sus planes. ……………. Minutos más tarde, Kathia y Giovanni se encontraron cerca de la piscina, donde el suave murmullo del agua creaba una atmósfera casi mágica. Las luces que iluminaban la terraza se reflejaban en las aguas cristalinas, y el aroma de la cena aún flotaba en el aire. Kathia se dispuso a servir una copa de vino tinto, el aroma rico y afrutado llenó el espacio entre ellos. Aunque ella no bebía por su embarazo, su sonrisa era radiante. —Aquí tienes —dijo la mujer, mientras le ofrecía la copa a Giovanni. Él tomó el vino y, mientras lo hacía, sus ojos
La música suave seguía sonando en el fondo, creando una atmósfera envolvente que parecía intensificar cada latido del corazón de la mujer. Kathia, sentada en las piernas de Giovanni, experimentaba una mezcla de emociones que la abrumaban. Su corazón latía rápidamente, y aunque el deseo comenzaba a crecer en su interior, una parte de ella se resistía, recordándole las dudas que la atormentaban. —¿De verdad estás seguro de lo que sientes por mí? —preguntó Kathia, dejando escapar sus temores. La vulnerabilidad era evidente en su voz, y sus ojos se encontraron con los de Giovanni, buscando respuestas en la profundidad de su mirada gris. Giovanni se inclinó hacia ella, su rostro tan cerca que podía sentir el calor de su aliento. Con una sonrisa traviesa, respondió: —Por supuesto que estoy seguro, linda. Eres la mujer que elegí, y eso no cambiará. Las palabras de Giovanni llenaron de emoción el corazón de Kathia, pero al mismo tiempo, la inseguridad crecía en su pecho. Recordaba cómo