MARIEN
Bri me llevó hasta el hotel que manejaba Adriel junto con su hermana, al llegar pedí que me recibiera en su oficina y tras esperar unos minutos uno de los trabajadores me llevó a la oficina del hombre por el cual preguntaba.
— Hola Adriel — dije entrando y se puso de pie — vine en nombre de Lucía, necesitamos hablar tranquilamente.
— ¿Cómo se encuentra? ¿Está bien? ¿No ha enfermado? ¿Come adecuadamente?— dijo como metralleta — ¿Necesita dinero o algo? ¿La han llegado a molestar?
— Espera un momento que pareces metralleta preguntando tantas cosas, Lucía se encuentra bien, está sana, come a la perfección ya que nosotras nos encargamos de ella, lo que necesita te lo pide en esta carta y no, no la han llegado a molestar.
Yo le extendí la carta y luego de que la leyera detenidamente en múltiples ocasiones suspiró profundamente, se deshizo del nudo de su corbata y mostró una postura más relajada.
— Ya veo, me pide tiempo para sacar sus demonios y yo pienso dárselos — suspiró — no te