28.

—Sandy, entiendo tu punto, pero… ¿Qué esperas que haga? ¿Qué lo abandone? Sabes lo importante que es para mí, sabes por qué… —Franco no puede pronunciarlo. 

Muchos años antes, su madre, Mónica D’Angelo había enfermado. La señora D’Angelo era una buena mujer que le gustaba hacer beneficencia y ayudar a los desvalidos, compensaba de esa forma la culpabilidad que la asediaba desde el día que aceptó casarse con Carlo D’Angelo por amor.  

Lamentablemente, así como cuidaba de los demás, se descuidaba a sí misma y cayó enferma en un momento donde Carlo no tenía el poder económico suficiente para ayudarla. Los cargamentos de armas habían sido confiscados y el banco que se encargaba de llevar la contabilidad de su dinero, así como de lavarlo, estaba clausurado por la policía.

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