Siento como si me hubiera caído un balde de agua fría en plena ventisca invernal.
Todo el recelo y las dudas que tuve para no acostarme con Dylan resultaron ser ciertos.
Él me ha utilizado de todas las maneras posibles e incluso, de las maneras en que no me había dicho.
Se ha encargado de romper mi corazón de formas que no puedo describir, apuñalándolo, martillándolo, quemándolo en llama viva.
Y ahora me siento desolada.
Todo lo que me podía hacer, me lo ha hecho y no sé cómo puedo seguir en pie, luego de que todo esto ha pasado.
Pero no pretendo quedarme aquí.
Así que salgo en mitad de la noche y me voy de la casa que nos han asignado y de la villa misma.
Afortunadamente, tengo dinero en la tarjeta y busco un taxi y me voy al primer hotel que encuentro en la ciudad y ahí me quedo toda la noche.
Temprano en la mañana, me doy cuenta de que tengo fiebre y que casi no puedo ni caminar y no sé si es que estoy agripada o simplemente, tengo las defensas bajas, por todo el estrés que sufre m