Entró, se dirigió al pasillo, se acercó a la puerta y la abrió, allí estaba su Bella, con su cabeza recostada en el escritorio, hipeaba producto del llanto, cerró la puerta con sigilo y se le acercó—¿Por qué lloras amor? —preguntó con ternura.
Ella nerviosa levantó la mirada, tenía los ojos rojos e