Capitulo Tres

Comenzó  caminar hacia ella, y sin poderse contener soltó un grito y comenzó a correr hasta el fondo del galpón, retrocedió hasta donde se encontraban los grandes troncos de árboles y se tropezó con algo cayendo de bruces contra el suelo. Cuando giro se encontró con los grandes ojos abiertos de Damián en un rostro congelado con una expresión de sorpresa, estaba muerto, debajo de este había un gran charco de sangre, justamente donde había caído Zia manchándole la ropa, ella se llevo las manos al estomago tratando de controlarlas ganas de vomitar que tenia, se puso de pie y busco con desesperación una salida.

_ ¡Una pistola! _ se dijo para sí misma_ Damián tenia entre una de sus manos, un arma de fuego, así que ella la tomo sin pensarlo, Zia sabia usarla, aunque nunca le había disparado a alguien, solo ha blancos fijos en el curso que había tomado, con el arma empuñada entre sus manos temblorosas, tarto de llegar al otro lado del lugar, no escuchaba ningún ruido, así que recurriendo a su instinto de supervivencia, estudio cuanto tiempo le llevaría correr hasta la entrada, se asomo encima de los troncos, y no vio a nadie.

_Quizás el sujeto se había asustado, y huido del lugar antes de que llegara la policía. Pensó ella.

Así que salió lentamente empuñando el arma de fuego con fuerza con su mano derecha, necesitaba llegar hasta su coche donde había dejado estúpidamente su teléfono móvil y las llaves en el encendido, el plan en su mente era perfecto, aunque los temblores en su cuerpo no cesaban.

_ No voy a morir hoy_ se dijo.

Echo a correr con todo lo que tenia, iba a lograrlo, ya estaba afuera del galpón pero su coche había desaparecido, cuando se giro en busca de algún otro vehículo que se pudiera llevar, el hombre apareció nuevamente ante ella con una sonrisa maliciosa en el rostro, así que ella no lo dudo y levanto el arma de fuego y la acciono contra aquel desagradable tipo, acertó el primer disparo hiriendo el brazo izquierdo del hombre.

_ ¡Maldita perra! _ bramo el sujeto con dolor en la voz e ira _ Perra estúpida, te voy a matar.

Zia volvió a jalar el gatillo, pero solo hizo ruido el mecanismo del arma, estaba vacía, ya no le quedaban mas balas.

_ Perra _ repitió el tipo sonriendo _ Ahora es mi turno _ dijo el sujeto, levantando su pistola hacia ella.

_ Baja el arma _ se escucho una voz profunda de pronto, Zia tenía la mirada nublada por las lagrimas, pestaño varias veces para poder aclara su visión, pero no pudo ver a nadie cerca.

_ ¿Quién era el dueño de aquella voz?

Vio como el sujeto se quitaba algo de la cintura, era una especie de radio transmisor, como los que usaban los oficiales de policía, emitía ahora una pitido sordo.

_ Jefe la perra me disparo _ dijo el hombre furioso por el aparato.

_ Tráemela _ dijo la voz profunda del otro lado _ Limpien todo, y salgan ya. El hombre se volvió a colocar el aparato en la cintura, y con mirada iracunda se dirigió hasta ella.

_ Es tu día de suerte zorra _ le dijo el antes de golpearla, dejando a Zia inconsciente.

Los parpados le pesaban, le dolía la cabeza, y sentí el cuerpo entumecido, y poco a poco le fueron llegando los recuerdos del incidente en el aserradero, y abrió los ojos súbitamente, lo que le produjo una terrible migraña, cuando la brillante luz del lugar penetro en sus ojos.

_ ¿Dónde demonios estoy? _ dijo en voz alta.

Observo la enorme habitación en la que se encontraba, totalmente desconocida para ella, en la cual habían pocos muebles, la cama donde se encontraba era grande y tenia pilares con un mosquitero recogido, tenia sabanas de seda azul claro, y  un gran ventanal con las cortinas de color azul oscuros corridas, la mujer se puso de pie, y se mareo un poco obligándose a sentarse en la cama, en ese momento cayó en cuenta que no llevaba su ropa, su cuerpo lo cubría una camisa de hombre costosa, perfectamente abotonada y tenía una ropa interior de encaje blanco que, tampoco era suyo, inmediatamente el rubor cubrió sus mejillas.

_ ¿Quién me pudo haber desnudado? Pensó.

Y súbitamente se alarmó.

_ ¿Acaso había abusado de ella? ¿Dónde estaba la habían secuestrado?

El pánico se apodero de ella, y el dolor de cabeza de pronto intensifico. Recordó que la persona que la tenía allí, había matado a Damián y quizás también al pobre señor Bermont.

Necesitaba salir de aquel lugar. Corrió hasta las puertas dobles de la ventana y la abrió sin problema, parpadeo varias veces para que sus ojos se acostumbraran a la claridad del exterior, cuando llego hasta el muro del balcón, se mareo, producto del vértigo que sintió.

_ ¡Estoy en una torre! _ se sorprendió.

Su balcón daba hacia el mar, era una torre con una gran caída, en el fondo se podía ver la orilla del mar, con muchas rocas, al parecer el lugar donde se encontraba, fue construida en un risco sobre el mar. Lentamente se retiro del balcón cerrando las puertas en su espalda, luego corrió hacia la puerta de la habitación pero estaba cerrada con seguro, le dieron ganas de ponerse a gritar histérica, pero sabía que solo empeoraría las cosas y atraería la atención hacia ella. Si llegara a enojar a los matones estos quizás le harina daño. Abrió otra puerta que estaba del lado izquierdo de la habitación, pero solo era un baño, con una bañera blanca, una ducha, un espejo grande, y sobre el mostrador habían varios artículos de aseo personal nuevos, aun en sus envoltorios, también habían algunas toallas blancas. Dejo todo donde estaba y salió del baño, abrió los cajones de la cómoda de madera y estaban vacios, luego abrió las puertas del closet, y encontró unas camisas de hombres manga largas en ganchos guindadas en el perchero, abajo habían varios conjuntos de ropa interior Victoria Secrets aun con sus etiquetas, eran bastante sexys, la clase de ropa interior para conseguir algo, y que ella jamás se hubiera atrevido a usar.

_ ¿Qué demonios? _ dijo en voz alta _ ¡Oh Por Dios! Me violaron, y ahora puede que tenga alguna enfermedad, tengo que salir de aquí. ¿Pero por dónde y cómo?

Se dirigió al baño y se inspecciono sus partes íntimas, se reviso detalladamente, pero no observo rastro de violencia en su cuerpo, no sentía dolor, no tenia moretones en su cuerpo ni arañazos.

_ El sujeto grande me golpeo, estoy segura _ hablaba para sí misma.

Reviso su rosto en el espejo y no tenía ninguna marca. De pronto la sangre se le helo, cuando escucho el pestillo de la puerta abrirse, y sin perder tiempo se puso detrás de la puerta para ocultares. Cuando se abrió espero que el hombre caminara un poco más hacia dentro de la habitación, y lo empujo con todas sus fuerzas apartándolo del camino, cerró la puerta con la llave que el había dejado pegada en la cerradura, encerrándolo adentro, el tipo comenzó a maldecir y a darle patadas a la puerta. Zia corrió por un largo pasillo, llego hasta la puerta del fondo del corredor y la abrió, bajo unas escaleras y de pronto se hayo en el vestíbulo de una imponente mansión, escucho unas voces de hombres que se acercaban, hablaban en italiano, y escucho como el hombre que había dejado en la habitación les comunicaba por los radios transmisores que ella había escapado, detrás de estos venias otros cuatros hombres más, con trajes elegantes y armas relucientes en una funda colocada en sus costillas. Zia retrocedió hacia una puerta que estaba en su espalda, giro el picaporte tratando de no hacer ruido, la habitación estaba en penumbras, cuando ella avanzo a ciegas las luces comenzaron a encenderse, era una biblioteca, con paredes altas, pintadas de blanco, en el lado derecho había una escalinata que daba hacia la segunda planta, con estantes de cada lado llenos de libros, Zia la subió y se arrincono en uno de los pasillos, con la espalda pegada a la pared se deslizo hacia el piso, recogió sus piernas y coloco su cabeza en sus rodillas, haciendo que su cabello cayera en cascada hacia el piso, se sentía débil, mareada, estaba hambrienta y sedienta.

_ Este también es mi lugar favorito para esconderme _ escucho una voz profunda.

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