Sabía que su tío Keller se preocupaba por ella, pero no dejaba de pensar en luchar y no rendirse para conseguir lo que quería. Después de todo eso es lo que le había enseñado su padre… Y ella quería ser feliz.
Antes de poder seguir reflexionando sobre aquello, el objetivo de sus sueños apareció delante de ella. Carter salía de una tienda con Steve en brazos y una pequeña bolsa en una mano. El castaño se colgó la bolsa de la muñeca y, ahora con la mano, ayudó al bebé a colocarse bien el chupete que estaba a punto de caerse de su pequeña boquita.
Steve sonrió con, lo que a Megan le pareció, aprecio y agradecimiento. Entonces, los grandes y curiosos ojos del bebé se posaron en ella.
Ella se quedó inmóvil unos segundos hasta que Carter siguió la escrutinizante mirada del pequeño y la vio. En ese momento, Megan volvió en sí y sonrió.
Carter saludó con un cortés movimiento de cabeza y se acercó a ella.
—Buenas tardes, Carter —saludó, todavía sonriendo.
—Hola —respondió con una pequeña son