—Y este es mi despacho —presentó Carter, abriendo la puerta para Megan.
—Guau, tiene muy buen gusto —felicitó ella, mirando con ojos admirados la espaciosa y moderna habitación.
—Me gusta el estilo simplista y moderno —afirmó el pelinegro, mientras se acercaba a su escritorio y se fijaba en el papeleo que se le había acumulado sobre él.
—Sí, y por lo que veo también los paisajes —dijo Megan, acercándose a los ventanales situados detrás del escritorio. Se podía ver un paisaje urbano, lleno de vida, y a lo lejos las montañas, silenciosas y tranquilas. Era un paisaje que contrastaba pero muy hermoso—. Estoy sorprendida de la similitud de nuestras vidas: no son tan diferentes como pensaba —aclaró sonriéndole.
Carter sonrió burlón, mientras se sentaba en su sillón y guardaba unos papeles en un cajón.
—No sé que te habrá contado Keller sobre mí, pero apuesto a que casi todo es mentira —se carcajeó.
—Cierto. La verdad es que me contó que eras un maldito arrogante, maleducado y egocéntrico qu