—Amelia—, grita Nicolás, agitando suavemente su mano frente a mi cara para recuperar mi atención.
Parpadeo y mi mente regresa al presente. —Lo siento, ¿qué acabas de decir?— pregunto, mi voz temblando ligeramente mientras lo miro.
—Yo estaba...— comienza, pero no puedo soportar dejarlo terminar. La cruda vulnerabilidad en sus ojos es demasiado.
—No lo repitas—, interrumpo rápidamente, mi corazón doliendo por él. Solo puedo imaginar el coraje que tuvo que tener para revelarme esto por primera vez.
—Amelia—, continúa, su voz apenas es más que un susurro. —Sé que es mucho para asimilar, y entendería si estar con alguien como yo ya no