AMELIA
Hago una mueca al sentarme en el frío suelo de cemento. Examino la habitación con mi único ojo bueno, ya que el derecho está cerrado. Al tocarlo, vuelvo a hacer una mueca, tanto por el dolor en mi ojo como por las innumerables heridas que cubren mis manos. Mi cuerpo es un lienzo de moretones y dolores que van más allá de las palabras. Llevo una mano a mi cabeza, y mi labio inferior tiembla al sentir mi cuero cabelludo afeitado. Las lágrimas brotan de mis ojos sin control.
Soporté torturas cuando llegué al territorio lycan, pero nada como esto. Ember y Adam me han sometido a cosas que ni siquiera puedo describir.
Paso mi único ojo entreabierto por mi cuerpo maltratado, y más lágrimas corren por mis mejillas hinchadas. Mis hombros tiemblan cuando dej