Algo pasó entre ellos y la tensión en la habitación se sentía. Hannah aprieta sus labios y luego me ve a mi.
—¿Estás bien? —me pregunta y asiento, aunque estoy mintiendo.
Pues me siento mal de que casi beso a su prometido y ella es una excelente mujer.
—Me alegro. —me sonríe y ahora mira a César—. Ya me voy, nos vemos en la noche.
Ella aprieta sus labios lamentando algo, como si no pudiera tocarlo o no sé, se voltea y se va, yo veo a César.
—¿No la llevarás al trabajo? —le pregunto extrañada y él me mira, sin decirme nada, pero su rostro lo decía todo, habían peleado, lo presiento—. Si están por mi culpa César, yo no quiero causar problemas de verdad.
—Nosotros no… —se interrumpe a sí mismo—. No es por ti y te lo voy a demostrar.
Camina sintiéndose retado y sale de la habitación, no se a donde irá, pues no sé a qué se refiere con que me lo demostrará, mis pensamientos son interrumpidos por el llanto de Alejandro y reacciono para tomarlo y tenerlo en mis brazos.
César.