Dejamos a Moritas en el estacionamiento de la empresa y retomamos nuestro camino a casa, como todas las habitaciones estaban ocupadas no me quedó de otra que acomodarme en el sofá de la sala, busqué unas mantas, un almohadón y tomé mi maletín, ahí estaba ese documento que era lo otro que me tenía preocupado, saqué mi lámpara para leer y me acomodé en el sofá, me había servido un whisky para pasar el trago amargo y saber en lo que me había metido.
Abrí el sobre y saqué el documento que versaba así:
Contrato de sumisión
Las partes A (Queen) y B (Ángel)-ahora estaba mi apodo que extraño era verlo escrito ahí, de hecho aún no entiendo por qué Russell me puso así-extienden el siguiente contrato de sumisión.
La parte B se someterá a todo lo que la parte A le pida para satisfacer sus deseos en la habitación dorada- o sea que todo sería en el club de Russell, interesante.
La parte B está obligada a mantener estricto control de su salud física y mental, informando, mientras dure este contrato