Lo extrañaba. Dios, lo extrañaba. Hacía meses que no lo veía, meses que habían pasado pensando que me odiaba. Pero él estaba allí. Había ido a buscarme. Todavía me quería.
Su energía era tan contagiosa como la recordaba; me arrastraba y me hacía querer olvidar todo lo que había pasado. En ese momen