Tomó. Tomó bastante alcohol, pero no pudo irse. Por alguna razón, no pudo alejarse de ella.
Así terminó sentado en su pórtico, congelándose, sintiendo que el frío le calaba los huesos, y más aún, el alcohol no desaparecía de sus venas y le impedía moverse con naturalidad y aplomo.
¿En qué demonios se había convertido?
¿Por qué de repente esa mujer le resultaba tan difícil de olvidar?
Vio a sus amigos alejarse y se sintió aún peor. Él era implacable, seductor, sumamente hábil en los negocios. Nadie debía de verlo tan destruido como estaba.