Una noche con el CEO: Tuya por equivocación
Una noche con el CEO: Tuya por equivocación
Por: IgccGrey
Capítulo I

—Hasta pronto hada, nos vemos afuera. — menciona la gitana haciendo una clase de reverencia, enfundada en el horrible trozo de tela anaranjado, por fin dejaría de ser una calabaza, pensó la joven mientras movía su mano en señal de despedida.

—Apuesto apenas salgas tendrás un nuevo hombre muriendo por uno de tus bailes y cientos de mujeres creyendo tus cuentos de la quiromancia.

—¿Y tú hada? — inquiere en ese tono burlón, mientras danzaba entre las rejas.

—Voy a casarme. —Responde con seguridad la pequeña, mientras imaginaba su vestido de novia con gran ilusión, al fin se convertiría en la esposa del amor de su vida.

—¿Debería sentirme celosa? Tu y yo somos el dúo perfecto. Dudo que ese novio tuyo sea lo suficientemente bueno para ti, tus manos me lo han dicho. —La pequeña pelirroja sintió una punzada en su pecho, todo ese tiempo se aferró a la idea de que así era, solo debía salir de ese espantoso lugar, él estaría allí como se lo juro desde que ingresó. Además, la gitana solo usaba sus cuentos para asustar a las personas o ganar algún favor.

—Adiós Gitanilla. — Responde cabizbaja para no ver a su única amiga en prisión, la gitana dejó de danzar observando por última vez a Adara. Mientras que ella se despedía en silencio de Nicoleta, sabía cuánto odiaba su nombre por lo que era conocida como la gitana, solo ella conocía su verdadero nombre…

—No dejes de ser tú, el destino le dará a cada cual su lugar. —Grita aferrando su rostro entre las rejas observando a la pelirroja salir.

La emoción recorría por completo el cuerpo de Adara, vería a su prometido de nuevo, el sacrificio valdría la pena, ¿el amor es un sacrificio cierto? O al menos eso fue lo que le dijo Alexander durante toda su relación. La desilusión invade en su interior, apuñalando justo en su corazón, algunas otras mujeres salían de prisión siendo recibidas por sus familiares o parejas, observó en su soledad el emotivo reencuentro … El nunca llego, espero sentada sobre el concreto hasta que el atardecer amenazaba con desaparecer, limpio la pequeña lagrima que emano de sus ojos.

“No eres débil Adara” susurro para si misma mientras se levantaba del suelo. Tal vez lo olvido, se engañaba a sí misma, algo en su interior le gritaba que todo estaba mal. Tuvo que pedir dinero a una de las oficiales para tomar un bus directo al apartamento que compartía un año atrás con su prometido, antes de ser detenida. Su pulso se aceleró al ingresar a su viejo edificio, lucia igual que antes, subió las escaleras corriendo, al quedar frente a la puerta se dio cuenta de que no tenía llaves, retira una horquilla de su cabello, haciendo uso de las nuevas habilidades adquiridas.

Al ingresar sus ojos se cristalizaron, el apartamento estaba vacío por completo, incluso con polvo, él se había marchado varios meses atrás, corrió hacia la que era su habitación ingresando en el armario, levantó la pequeña tabla de madera encontrando su escondite vacío.

—¡Hijo de puta! ¡me has robado! — exclama furiosa. Estaba segura de que fue él, su escondite no Era nada sencillo, el dinero que ella misma había ahorrado para su boda. Ahora estaba en la calle, sin un techo, sin dinero, sin prometido, maldijo por lo bajo en todos los idiomas posibles. La idea de pasar la noche en ese apartamento de inmediato se va a la borda.

—He llamado a la policía. No hay nada que robar aquí. —Escucha la voz de la anciana.

—Señora Parker Soy yo… Adara. —Sale observando a la anciana apuntarle con una escopeta antigua. No podía volver a prisión.

—¿Qué buscas aquí? no hay nada de valor convicta. — gruñe la anciana tomando una escoba, dispuesta a agredir a la pelirroja.

—Hoy cumplí mi condena señora Parker, he saldado mi deuda, vine aquí por que este solía ser mi apartamento ¿Sabe algo de Alexander? — inquiere con las manos arriba, la anciana era aguerrida, sabía cómo usar esa escoba o la escopeta.

—Esa piltrafa vendió todo aquí, después se marchó sin pagarme el alquiler de tres meses. — gruñe molesta mientras niega con la cabeza. —¡un ladrón igual que tú! ¡ahora largo de mi edificio! — la mujer de cabello blanco golpea el brazo de la pelirroja con la escoba, esta de inmediato sale del departamento antes de que la anciana cometiera una locura.

Las calles estaban inmersas en la oscuridad, su estómago protestó. Recordó a su amiga Elena. Inmediatamente corrió entre las calles rezando por que continuará en el mismo sitio. Entró recibiendo algunas miradas con el ceño fruncido por su vestimenta, no encajaba con las mujeres del bar.

—¡Elena! — nombra entre jadeos a la mesera, de inmediato se gira dejando caer la bandeja.— ¡Adara por fin estás libre! — sus ojos se iluminan.

—¿Dónde está Alexander? He ido a nuestro apartamento y no fue a recibirme cuando Salí de prisión. — el gesto de Elena cambia rápidamente, la observa con lástima. —¡contesta por favor! No me observes como a un cachorro abandonado en las calles.

—Alexander se marchó hace meses a Milán, vendió todo, incluso tu ropa, tomó el dinero de la boda y desapareció, solo vino a exigirme tu dinero del vestido. — la pelirroja no lo podía creer aun cuando su propia intuición se lo gritaba, apretó los puños mientras su rostro se endurecía, cerro los ojos con fuerza liberando las lágrimas, estampo sus puños contra la madera de uno de los muros ¡había sido traicionada por el mismo hombre que ella sacrificó todo incluso su libertad!

—¡Él me traicionó! ¡me robo! ¡se largó con mi propio dinero! —La furia junto a una mezcla de sentimientos la envolvieron por completo. —¡Estoy en la calle! ¡no tengo a donde ir! ¡él juró protegerme y fue él mismo quien se llevó incluso mi dinero para el vestido de novia!

—¡¿me crees estúpida y mala amiga?! — inquiere indignada Elena. —Me destrozo medio bar, pero no se llevó ninguno de tus ahorros. —Le responde sonriente llamando la atención de Adara. El alivio recorrió su cuerpo.

—Gracias. — susurra mientras abraza a su amiga.

—¡Mueve ese lindo trasero! ¡Quiero mi trago! — exclaman algunos de los hombres ebrios, Elena les fulmina con la mirada.

—No te muevas de aquí, apenas termine mi horario nos marcharemos a mi apartamento. — se marcha dejando a Adara sola junto a un par de botellas de licor.

La pelirroja sabe que no debería, pero no le importa, toma una botella junto a una copa ocupando el asiento en la mesa más alejada.

“Necesito olvidar, creer que todo fue un sueño” se repite en una especie de mantra mientras el licor quema su garganta, ardía como el infierno, sin darse cuenta había tomado tequila, deseaba golpearse contra un muro, parecía más un castigo que una celebración. Su mente se comienza a nublar ante los recuerdos del pasado, desde su infancia, creciendo en un orfanato, sus padres no la amaron lo suficiente como para dejarla bajo su cuidado, en lugar de eso se deshicieron de ella abandonándola a su suerte en ese lúgubre sitio donde sufrió más abusos de los que imaginó, su estancia en prisión, solo fue un recordatorio de su niñez, una época donde hizo lo que debía para

sobrevivir, recuerda incluso cuando conoció a Alexander, toda su vida se resume al abandono y la traición.

Recuerda su amor por las joyas, el diseño, la creación y la fabricación, su sueño era estudiar Joyería y gemología en la universidad, demasiado costoso para una huérfana que sobrevive día a día, sonríe con nostalgia cuando presentó el examen en la universidad, pero no pudo continuar por no tener dinero, fue entonces cuando Alexander le sugirió fabricar y vender joyas falsas, fue el momento exacto cuando recordó el fraude que cometió su prometido, y ella como una idiota creyó en sus dulces palabras de amor, ciegamente le amaba al grado de aceptar toda la culpa siendo ella condenada injustamente, todo había sido un engaño, era su novio quien tramo todo,

sin mencionarle nada, cuando finalmente se vio acorralado no tuvo otra opción más que decirle la verdad a medias a Adara y fue así como ella pasó un año de su vida tras las rejas, sin ser visitada si quiera por quien juró amarla y protegerla, una llamada o algo, no hubo nada. Un sabor amargo inundo su cavidad bucal, con rabia lanza la botella contra una pared, el lugar entero se queda en silencio observando a la pequeña pelirroja tirar de su melena con desesperación.

—Elena ¿Dime que se siente ser amada? — pregunta en dirección a su amiga quien la sostiene para que no azote contra el suelo. Elena era otra huérfana a diferencia que sus padres murieron defendiendo la vida de Elena. —¿Qué se siente que alguien te ame con tal intensidad al punto de dar su vida por ti? —La mesera sale del lugar caminando al edificio de la esquina.

—Adara, Alexander fue un idiota, pero ahora tienes que preocuparte por ti, no desperdicies tu tiempo en un imbécil como él, fue él quien arruinó tu vida. — la pelirroja derramaba lágrimas en silencio.

—Alexander solo me utilizo, mis padres me abandonaron, todo el mundo termina cansándose de mí. — la recuesta sobre la cama con delicadeza.

—¿Qué fue lo que me dijo esa pequeña salvaje en mi primer día en el orfanato? — inquiere abriendo la puerta para marcharse de nuevo al bar a cumplir con su horario.

Adara abrió los ojos limpiando las lágrimas con brusquedad, nuevamente la furia emanaba de su cuerpo. “No existe lugar para la debilidad, pelea por lo tuyo hasta que tu corazón deje de latir”. Eso fue lo que la pelirroja le dijo a Elena cuando la vio llorar bajo la mesa porque una de las niñas mayores robo su comida, peleo por lo suyo, y eso haría ella ahora, no permitiría que la debilidad de sus sentimientos la hiciera fallar a sus propias palabras. Alexander le robó, ahora se lo devolvería. Le debía respuestas y la deuda solo entonces sería saldada, a como diera lugar. Se levanta abriendo el ordenador portátil ingresando al sitio web, gastando la mayor parte de sus ahorros en un vuelo a Milán.

Observa en su dedo anular la pequeña sortija de plata que él le obsequio en señal de promesa para concretar su matrimonio, lo retira con desprecio depositándolo junto al ordenador…

—Toma, he conseguido esta dirección, un amigo de Alexander es cliente del bar. — extiende un pequeño papel en dirección a la pelirroja quien sujeta su bolso con fuerza.

—Gracias por todo Elena. —Responde con sinceridad mientras se abrazan efusivamente.

—¿Estás segura de tu viaje? — la observa con un brillo de esperanza, se veían como hermanas.

—Tremendamente. Ese hombre me debe respuestas y dinero. — toma la manija de la puerta dispuesta a irse.

—Adara ¿podrías hacer algo por mí? — inquiere con duda.

—Tu solo pide y lo concederé. — pronto se arrepentiría de sus palabras. Elena abrió una las habitaciones, un pequeño cuerpo salió disparado, saltando entre los muebles. —¿Qué carajos es esa cosa? —inquiere horrorizada cuando observa los rápidos movimientos.

—Tu compañero de viaje. — responde con una sonrisa.

Estaba a punto de aterrizar en Milán, el pequeño gálago era todo un caso, devoró sus provisiones además de intentar escapar. Elena le pidió que lo llevara consigo ya que el edificio entero lo odiaba por una pequeña manía que el pequeño tiene, no tuvo tiempo de preguntar cuál era, así que simplemente se marchó con su nuevo compañero que parecía odiarla, durante el viaje pensó en algún nombre así que decidió llamarlo Ali por la película infantil de Aladdin. Deja escapar el aire tocando a la puerta del apartamento, incluso Ali se quedó de piedra cuando la puerta fue abierta…

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