37. Vuestro amor es verdadero.
— ¿Ya tenéis que marcharos, tan pronto? — preguntó Agnes sosteniendo al pequeño Airon en brazos, dándole un suave beso en la cabecita, antes de dejarlo en su silla de seguridad para el coche, resignada a dejar marchar ya a sus nietos y sabiendo que aquel fin de semana se le había hecho demasiado corto.
— Puedes venir a vernos cuando quieras mamá — aseguró Jeremy, quien estaba más que complacido por el comportamiento de su madre.
Debía admitir que con él jamás había ejercido como tal y no es que nunca le hubiera faltado nada si no es que siempre había otras cosas que hacer mejores que dedicarle tiempo a él.
Pero su faceta de abuela le gustaba, parecía que quería recuperar el tiempo perdido con sus nietos y él no se negaría a ello después de que, aunque con reticencias, habían tratado a su esposa mejor de lo que él esperaba en realidad.
Agnes dejó un beso en la mejilla de su hijo y luego se acercó a su nuera con una sonrisa de oreja a oreja.
— Entiendo por qué no tienes celos de esa niñ