Sylvia enfrenta a su jefe...

Colgó la llamada y se quedó pensando por unos segundos, tenía una nueva entrevista, quizás eran varios los filtros que tenía que pasar para seleccionar a la persona indicada.

Se recostó en su cama a soñar, que iba a hacer ella, si la contratan y ganaba doce mil dólares al mes, pensó en algunas opciones, total tener un par de ilusiones no costaba nada.

Eran un sueldo muy bueno, no todo el mundo pagaba doce mil dólares por cuidar niños y estos eran dos, ésta vez iría con la mejor actitud.

Había que estar dotado de paciencia para cuidar a dos pequeños que apenas habían dejado la lactancia materna.

Al día siguiente busco una falda que había conocido mejores tiempos, una suave blusa de muselina que también tuvo mejores momentos, pero por lo menos se veía más decente.

Al llegar nuevamente al lugar de la entrevista, espero ver muchas chicas

esperando, pero ahí aún no había nadie más, solo ella.

El nerviosismo de la chica creció, ¿Sería que había llegado muy temprano? No tenía como ver la hora, ¿O llegó tan tarde que todas ya se habían ido?

Se movió inquieta en su asiento, salió la chica del día anterior con una buena taza de café, leche y un buen sandwich.

Sylvia lo tomó, no tenía nada en el estómago, así que disfrutó del delicioso refrigerio.

Después de un buen rato la chica le dijo que podía pasar, vió a su alrededor, no había más nadie sino ella, se levantó y se dirigió a la oficina de entrevistas.

— Buenos días señorita Smith— saludó él mismo hombre del día anterior— usted ha sido seleccionada para el trabajo de atender a los niños.

Sylvia se sintió emocionada por la noticia, sonrió con timidez, y luego de unos segundos dijo:

— ¿Cómo haré con el pasaporte?— preguntó preocupada.

— Hoy mismo solucionaremos eso— dijo el hombre— la señorita le acompañará a adquirir ropa, lencería, zapatos y todo lo necesario para el viaje.

— ¡Gracias! —dijo Sylvia.

— También le acompañará a cambiarse a un hotel— dijo el hombre estirado—donde se entrevistará con el padre de los niños, también se le pagará la deuda a su casera.

Sylvia no podía creer tener tanta suerte, sonrió nuevamente, ésta vez de alivio, después de ésto la chica la invitó a seguirla hasta un centro comercial donde le compró ropa adecuada.

Sylvia jamás había disfrutado de un buen ropero, cuando mucho dos faldas, dos blusas, un pantalón y un solo par de zapatos.

Así que, más que eso, la hacía sentirse una mujer muy rica y privilegiada, la llevó a un salón de belleza, le arreglaron las uñas, le peinaron el cabello y le hicieron una buena limpieza de cutis.

Sylvia era pelirroja, con muchas pecas, ojos azul cielo, rostro hermoso, labios no muy carnosos, boca mediana, estatura promedia, un metro sesenta.

Tenía bonitas piernas, bonito cuerpo, suavemente delineado, aunque hasta ahora la ropa que había usado escondía su belleza.

Luego de allí la llevaron hasta un hotel dónde la instalaron en una gran suite; Sylvia jamás había visto una habitación tan hermosamente decorada y mucho menos tan grande.

La cama era tan grande que ella se perdía allí, había un gran espejo y al verse se sorprendió de ver lo diferente que estaba.

Se veía bonita y sofisticada, le gustaba la imagen que le devolvía el espejo, nunca se había visto con una ropa tan bonita, pero conservadora.

Se sentó en la cama, escuchó un toque en la puerta,fue abrió y era un servicio de comida y bebidas, estaba hambrienta.

Vió todo lo que le habían enviado, jamás había visto tantos alimentos juntos y tan divinamente preparados.

Recordó las clases de protocolo en el orfanato para impresionar a los futuros padres, se había esforzado tanto por hacerlo a la perfección, pero nunca llegó la buena noticia de ser parte de una familia.

Así que se quedó con el conocimiento, ahora le serviría para trabajar con este señor billonario. Solo sabía que era un multimillonario con dos bebés, que necesitaba una niñera.

Comió con gusto, probó todo lo que le enviaron, más tarde, recogieron el servicio. Estaba meditando sobre el trabajo que tendría, cuidar dos niños; nuevamente tocaron a la puerta.

Se levantó y vió a un hombre con rostro adusto, de ojos agudos y tormentosos, boca en un rictus de amargura y expresión muy seria. Estaba acompañado de otros dos caballeros, también muy serios.

Este hombre le dió temor, no sabía quién era.

— Buenas tardes— dijo pasando sin esperar a que le invitaran.

Los otros acompañantes también entraron.

— Soy Hafif Aziz— dijo sin extender su mano — soy quien la va a contratar cómo la madre de mis hijos.

Sylvia arrugó el entrecejo y dijo:

— ¡Mucho gusto, soy Sylvia Smith señor Aziz— dijo Sylvia, tampoco estiró su mano— soy la niñera para sus hijos .

Cuándo dijo la palabra niñera lo acentuó a propósito, pero Hafif se le quedó mirando con rostro irónico.

—Quiero explicarte Sylvia, que el trabajo es ser la madre de mis dos hijos,— explicó Hafif Aziz— ellos son una niña y un niño que nacieron el mismo día, pero no tienen una madre.

— El señor de la entrevista me habló de ser niñera— dijo Sylvia— ser madre es algo diferente.

— Así es, tendrás cada mes en tu cuenta dos millones de dólares— eso sólo por ser la madre, implica estar las veinticuatro horas pendiente de los bebés.

— También me hablaron de viajes— dijo Sylvia — les advertí que no tengo pasaporte.

Hafif sacó un pasaporte de su bolsillo de su chaqueta y lo lanzó sobre la cama, allí estaba ya listo su pasaporte, sin ningún problema.

— La situación Sylvia, es que necesito que firmes un contrato matrimonial conmigo— explicó Hafif— necesitas casarte conmigo.

— ¿Cómo?— dijo Sylvia alarmada—el señor de la entrevista, no me habló nada de eso.

— Es el requisito principal, tendrás dinero, casa, familia, viajaras por el mundo,— dijo Hafif Aziz— ahora,no tienes nada ni nadie; ¿tienes una oferta de empleo mejor que ésta?

Sylvia se quedó mirando al hombre que la veía como si ella fuera un insecto

insignificante, realmente ella no tenía nada, ni a nadie.Sería una mujer con mucho dinero, no tenía nada que perder, apretó sus labios y dijo:

— Entiendo; ¿cuándo será firmado el contrato de matrimonio?— la voz de Sylvia era seca.

— Excelente decisión Sylvia — dijo con ironía Hafif.

— Solo espero que no tenga que cumplir con obligaciones de esposa señor Aziz, usted no me cae bien,— dijo Sylvia— sería una tortura para mí, si eso está contemplado en el contrato.

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