Una madre para el hijo del Alpha
Una madre para el hijo del Alpha
Por: Lala-Sula
Capítulo 1: Noche lluviosa

Noche de luna llena

La lluvia cae con tanta fuerza, al punto de que pareciera que el cielo estuviera por caerse con cada gota. Nadie podía ver que pasaba alrededor porque no podía verse siquiera a un metro. Fue esa lluvia la causante de varios accidentes, entre esos, el de Gabriela y su esposo. 

El estruendo apenas se había escuchado cuando Charlotte detenía el auto angustiada. Habían bebido por el cumpleaños de su cuñado y no habían querido quedarse en un hotel cerca del bar. 

Angustiada, caminó Charlotte hacia el lugar donde se había escuchado el estallido y de inmediato cubrió su boca al ver como había quedado el auto que se había salido del camino.

— ¡Hermana, por favor, dime que estas bien! — grita Charlotte angustiada. Pero, no escucha alguna respuesta de su parte. 

Angustiada, la chica corrió hacia el auto y llamó a emergencias ignorando que, a pocos metros, una loba perdía la vida en manos de algo que ningún humano había visto. La loba, gemía de dolor mientras pensaba en su pequeño, pero, ni siquiera ese pensamiento, hablando el corazón de su atacante quien mordiendo su cuello acabó instantáneamente con su vida. 

El depredador, disfrazado de perro, se acerca hasta donde se encuentra Charlotte y cuando está por correr a la carretera y atacarla, ella corre hacia el barranco donde su hermana había caído.

— Hermana, por favor. Dime que estas bien — suplica Charlotte llegando al auto donde solo estando cerca, comprueba que su cuñado murió por el impacto y que su hermana, tiembla llamándola en un susurro inaudible.

— Gabriela, ¿Estás bien? ¿Te duele algo? — preguntó Charlotte angustiada. 

— Duele todo el cuerpo. 

— Entonces, no hables. Ya llamé por ayuda. Ellos estarán aquí — dice Charlotte tomando la mano de su hermana. 

— ¿Puedes cuidar de mi hijo?

— No lo haré. Porque tú podrás cuidarlo sin problemas. Estarás bien. Solo necesitarás una banda en una pequeña herida y regresaras a casa — dice Charlotte llorando mientras la lluvia golpea su cabeza con fuerzas. 

— No eres buena mintiendo — susurra Gabriela sonriendo aun en medio de su dolor. 

Mientras Charlotte intentaba calmar su miedo y el de su hermana a varios kilómetros una manada de lobo buscaba a la loba que ya había muerto. El atacante, quien había percibido el olor de la manada acercándose, dejó con vida a Charlotte para no retrasarse y huyó tan rápido como pudo.

La manada de lobo se acerca cada vez más rápido deseando llegar a tiempo, pero, cuando se encuentran con el cadáver de la loba, la respuesta es clara: habían tardado demasiado en encontrarla. 

El enojo del alfa por haber llegado tan tarde, se notaba. Todos comenzaron a buscar rastros del atacante, mientras el Alfa acariciaba con su nariz a la loba que había sido su compañera por cinco años. 

No la había amado, sus padres la habían elegido desde pequeños y más que ser esposos, eran mejores amigos. Ahora había perdido a su compañera de vida y los rastros decían que había sido planeado. 

— Encuentren a ese malnacido. No me importa lo que tengan que hacer. Ayúdenme a encontrarlo y no lo maten. Si lo ven, sabrán como llamarme y yo iré de inmediato. — dice el Alfa comunicándose mentalmente con su manada.

— Nosotros podremos matarlo, señor. Solos fuertes. Somos la manada con más poder de las otras manadas. — dice un Gamma

— Aun así, deben tener cuidado, nuestro enemigo no es alguien humano ni tampoco lobo. 

— Estos son rastros de huellas de perro. 

— No es un perro. El olor del perro es inconfundible y este no lo tiene. Quizás el atacante tenga la habilidad de transformarse. Así que, tengan cuidado. No dejen que los mate también. — ordena el Alfa y todos se marchan buscando el rastro, mientras él después de acariciarla levemente, levantó su rostro y aulló anunciando la muerte de su Luna. 

El aullido se escucho varios kilómetros, donde un pequeño lobo de piel blanca, jugaba con lobos de su edad, ajeno a lo que sucedía con sus padres. Los lobos que pudieron escuchar el aullido, se unieron al mismo transmitiendo a todos la terrible noticia. 

Por lo que, las lobas corrieron a ocultar a sus hijos, mientras los machos se quedaban vigilando el hogar de la manada o uniéndose a la búsqueda del asesino.

— ¿Dónde están mis padres? Mamá quedó a buscarme — dice el pequeño lobo.

— Por hoy vas a ir a mi casa. Mañana tu padre vendrá a buscarte. 

— No, no me iré sin mi madre — dice el pequeño lobo y la mujer suspira profundo. 

— Ya regreso. — dice marchándose.

— ¿No lo has oído? — pregunta el pequeño lobo solo un poco más grande que él.

— ¿Qué no he oído? — pregunta Lowell. 

— Tu madre ha sido asesinada — informa el chico asombrando a Lowell — rayos, deberías practicar nuestros aullidos, es decepcionante que siendo tan grande no conozcas tu propia lengua.

— Mi madre debe estar bien. Es mentira lo que dices. — dice Lowell.

— La mató algo extraño. Por eso todos en la manada están así. — dice el pequeño y el niño niega.

— Es mentira. Mi madre está bien — dice al borde del llanto.

— Crece Lowell y enfrenta la realidad, eres el hijo del alfa, deberías ser más fuerte.

El niño niega y se marcha corriendo del lugar. La lluvia era tan fuerte y el caos en la manada era tanto, que nadie vio al pequeño lobo de color blanco que escapaba. 

Lowell, corrió tan rápido como pudo buscando a su madre, hasta que terminó perdiéndose en las calles de Londres. 

Con su cabeza doliendo por las fuertes gotas de lluvia en su pequeño cerebro, se escondió bajo una ventana de un gran edificio, implorando que su mamá se encuentre bien. 

Por otra parte, el Alfa, se acercaba hasta donde quedaban las huellas, fue allí cuando vio a la chica que lloraba en medio de la lluvia. Por un momento creyó que era ella el ser que cambiaba de forma. Pero, cuando se acercó y ella vio esos ojos rojos sobre ella, su cuerpo temblando y su agitado corazón, demostraban que era inocente.

— No es ella. Huele a humana — dice el Alfa mentalmente para después marcharse. 

La ambulancia llega y con ella se va Charlotte implorando que todo este bien con su hermana. Completamente empapada, deja a su hermana en cirugía, mientras va camino a casa de su hermana para ver a su sobrino. 

El pequeño que habían dejado con una niñera, para poder celebrar el cumpleaños, no dormía por extrañar a su madre. Por lo que, Charlotte bajo de su auto y dejando que la lluvia la mojara por segunda vez, caminó hacia la puerta del edificio. 

Fue allí que escuchó los gemidos del pequeño animal que temblaba del frío. Charlotte, sabiendo de la muerte de su cuñado y el estado crítico de su hermana, se acercó al pequeño animal que se encogió cuando ella quiso tomarlo.

— ¿También has tenido un día malo? — pregunta Charlotte al pequeño animal. 

El pequeño poco a poco se deja tocar y ella lo acaricia hasta que el perro corre hacia ella y Charlotte lo lleva a su pecho para después entrar al edificio.

— Necesito que seamos fuertes, ambos estamos pasando una mala noche y mi sobrino, necesita apoyo, ¿puedes dárselo? Hoy ha perdido a su madre y su madre… ayúdame, ¿sí?

El pequeño lobo escucho atentamente las palabras de Charlotte y sintió aun más tristeza. 

¿Por qué los padres mueren? — se pregunta el pequeño lobo en manos de Charlotte

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