Como Maddox lo había supuesto, la situación de la manada Prescott desató un caos que cambiaba por completo el escenario del conflicto que los arropaba.

Armand era una de las figuras centrales en el grupo de alfas que había negociado en secreto con los enemigos de la raza, para alcanzar puestos de poder y más riquezas. Al morir, aquel bando tambaleaba, como si le hubiesen quitado una pata a la mesa donde se sostenían.

Muchos abandonaron a sus manadas y huían, otros se volvían más violentos generando fricciones y enfrentamientos sangrientos entre los suyos. La lucha por el orden y la sobrevivencia recién se gestaba en cada uno de esos grupos de lobos, lo que generó el rompimiento de muchos canales de comunicación.

—Me resulta imposible comunicarme con la manada Hansen, nadie responde ni a los mensajes ni a las llamadas. Hay rumores de que depusieron al alfa —informó un lobo de Virginia por la videollamada que mantenía con varios líderes de la región.

—Está sucediendo la misma situación