«Yo no me sacrifiqué cuidando de mi hija, y estudiando a la vez para que me humillen de esta forma, sé que todo trabajo es honrado, y no me pesaría trabajar haciendo la limpieza, pero no voy a permitir una vejación más»
—¿Qué esperas? ¿No escuchaste lo que ordenó el señor Anderson? —gritó Madeleine. Se acercó a ella con el carro de los útiles de limpieza, y lo empujó.
Vanessa reaccionó a la brevedad, y lo detuvo con el pie.
—Ningún trabajo es deshonra, mientras sea honesto —enfatizó irguiendo la barbilla—, pero no me sacrifiqué tanto para venir a lavar baños, prefiero renunciar —enfatizó—, a mí no me humillan. —Empujó el carro hacia Madeleine y salió de aquella compañía.
La mujer se quedó con la boca abierta, sorprendida de la reacción de Vanessa, al igual que su jefe.
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Ryan rascaba su barbilla, pensativo, mientras ordenaba al auditor hacer un examen financiero a la empresa de la familia.
—Requiero sabe en qué estado está la compañía antes de hacerme cargo —enfatizó Ryan