-Qué bonito dibujo, pequeño saltamontes. Cada día haces dibujos más hermosos ¿será que te convertirás en un artista? –
Jonathan sonreía de oreja a oreja, siempre que hablaba con él el niño le mostraba todas sus “obras maestras”.
- ¿Sabes? Tengo que ensayar un poco… ¿me acompañas? Siempre hablábamos de que un día serías mi compañero de prácticas, pero hasta el día de hoy continuas sin aceptar mi propuesta ¿mmm? –
Nada lo emocionaba más que oírla cantar, ella les enviaba cada presentación que daba y él las esperaba con tantas ansias. Se comunicaban con la música, siempre habían compartido el lenguaje táctico de las emociones que las notas y las composiciones provocan en el cuerpo. Y cuando ella le cantaba solo a él, el pequeño sentía la conexión que los unía.
-Esta aria es muy bella, pertenece a una ópera que se llama “La flauta mágica”. Espero que me salga bien… -
Deanna comenzó a cantar y Jonathan se tomó del escritorio con sus pequeñas manos, cuando ella lo llamaba usaba la computado