Una esposa para Hades
Una esposa para Hades
Por: Valentian M. Laborde
Capítulo 1:

                                    ♥ Una esposa para Hades, proximamente en físico ♥

Ella corría, desesperada, con su palpitante corazón frenético en medio de su pecho, amenazandola con salir a toda prisa de su lugar en el próximo paso que diera. 

Pero no lo hizo, por lo que ella siguió corriendo entre los frondosos árboles del bosque, sintiendo los pulmones ardiendo por el aire que ingresaba en estos de forma abrupta.

Llevaba varios minutos corriendo, minutos que para ella eran eternos, sin embargo no lograba escapar de ellos, de él.

El sonido de las voces crecía más y más, conforme sus fuerzas flaqueaban, rindiéndose al agotamiento que ponía a temblar sus débiles piernas producto de la escasa alimentación que llegaba a la mesa de su casa.

Aunque su corazón doliera ante la verdad, ella sabía que no aguantaría mucho tiempo más corriendo, no con sus escasas fuerzas y su calzado hecho añicos por el trabajo forzado al que estaba expuesta día tras día.

Era inútil correr, él tenía dominio total sobre esas tierras, y si lo deseaba podría encontrarla en menos de lo que ella tardaba en pestañear.

Todo su desesperado esfuerzo por escapar de su cruel destino era un famélico intento por aferrarse a su desdichada vida actual, una que finalizó en el preciso instante en que los guardias reales tocaron la puerta de su casa.

Con el corazón desbocado, haciendo su último esfuerzo por seguir dando batalla y mantener su cuerpo en movimiento, la hermosa chica de cabello dorado demasiado sucio, cayó de rodillas sobre la fría y húmeda tierra, sin importarle en lo más mínimo el feroz dolor del impacto sobre sus raquíticos huesos.

De estar mejor alimentada habría podido seguir corriendo durante mucho más tiempo, incluso escapar de ellos; pero no era así, el alimento en su casa era escaso, al igual que en el resto de la aldea, sin embargo en su casa parecía faltar más, esto debido a su numerosa familia compuesta por ambos padres y sus cuatro hermanos.

De rodillas, en el interior del hermoso y majestuoso bosque, apartada de todos, ella se permitió llorar, mientras en su mente se dibujaba por última vez el rostro de sus seres amados.

Sus padres, sus pequeños hermanos y… él.

El hermoso y atractivo chico que solía acompañarla a recoger frutas silvestre mientras él jugaba a cazar presas o talar árboles para obtener leña.

Eran excusas, ambos lo sabían con claridad, sin embargo ambos disfrutaban decirlas y buscarlas, con el único fin de permanecer juntos unos minutos más.

Pero todo eso formaría parte del pasado, de su pasado, de un vago recuerdo olvidado en el confín del tiempo.

Conforme los años pasarán él se olvidaría de ella y su rostro se desdibujaron de su mente, al igual que el grato recuerdo de su sonrisa contagiosa.

Los pasos, veloces y pesados se aproximaron hasta el lugar donde ella se hallaba, y sin apartar sus ojos llorosos del inmenso bosque, sintió como los soldados reales se acercaban a ella con grandes zancadas.

—Por órdenes del rey Hades, debe acompañarnos—dijo uno de los hombres, de voz gruesa y autoritaria, llegando a su lado para tomarla de un brazo e incorporarla.

—¿Puedes decirle al rey que se meta sus órdenes en el trasero?—siseo ella con las lágrimas desbordando sus preciosos ojos azules con un iris dorado en el centro.

Rabia, irá y desesperación, todo mezclado en un perfecto ciclón de emociones, producido por el repentino arrebatamiento de su vida, su futuro. Incluso su pasado le sería arrancado de sí.

—¡Esa no es forma de referirte a tu rey!—escupió el hombre, el cual aparentaba ser el capitán por la reluciente banda dorada que envolvía su traje. Sin embargo todo intento por observar al hombre fue sometido, tras la bofetada que este le propició en la mejilla derecha—. Tienes suerte de ser una de las elegidas para formar parte de las candidatas… aunque viéndote de cerca es evidente que no te escogerá.

Los demás hombres comenzaron a reírse, burlándose de ella, mientras sujetaban sus robustos vientres en un intento por contenerlas.

La preciosa chica de cabello dorado y mirada azul no sabía que era peor, la humillación de la burla de aquellos asquerosos cerdos o el picor de la bofetada que aún ardía en su mejilla.

—Bueno, cariño, podemos hacer esto por las buenas o por las malas… tu escoges—ronroneo el hombre con una sonrisa arrogante en sus labios.

Ella podía ser inmensamente pobre, pero no era ninguna estúpida, sabía que su tiempo de correr e intentar escapar había concluido con sus últimas y escasas fuerzas que aún conservaba; los hombres a su alrededor la superaban en fuerza, tamaño y velocidad, sin mencionar que la última comida que ellos habían probado aún se conservaba en sus estómagos.

Si ella optaba por escapar, y hacer aquello por las malas, traía las de perder.

—Está bien, haré lo que piden los perros del rey—siseo ella con su lengua de plata.

Aquello no sentó para nada bien al hombre, que borró de su rostro aquella arrogantemente espantosa sonrisa, mientras se aproximaba a ella un paso más, permitiendo que su aliento impregnara sus fosas nasales.

—Ríe e intenta burlarte de nosotros ahora, pero cuando lo conozcas y entiendas que todas las palabrerías que rumoran son reales, nosotros nos reiremos—ronroneo el hombre, deslizando un mechón de cabello de ella detrás de su oreja, mientras exponía una sonrisa asquerosa en sus labios.

Para su suerte, ella no tembló ni se volvió a echar a llorar; aún estaba muy enojada como para temerle a las palabras que él había dicho.

Sin embargo pronto lo conocería, y su final comenzaría.

Capítulos gratis disponibles en la App >
capítulo anteriorcapítulo siguiente

Capítulos relacionados

Último capítulo