Cuando el millonario, Alexander Thompson, es obligado por sus padres a casarse con una mujer de su mismo estracto social; el toma una decisión. Negado a seder ante los caprichos de ellos, el contrata a una mujer de la noche para que finja ser su novia y así disuadir los planes de sus padres. Pero las cosas se salen de control muy rápido y ambos acaban casados. ¿Serán capaces de sostener aquella mentira ahora que los une el matrimonio?
Leer másEl millonario, Alexander Thompson, sintió como su mundo se venia a bajo. El mensaje de sus padres era demasiado claro y simple como para ser ignorado o mal interpretado.
Cinco días, el solo tenía cinco días antes de que su futura esposa le fuera presentada.
—¿Estas bien, Alec? —pregunto su hermano Simón al otro lado del despacho, notando el cambio en su rostro.
Sin poder articular una sola palabra, el millonario simplemente extendió el celular en su dirección, permitiendo que Simón leyera el mensaje.
>—¡Mierda!... van a arreglar tu matrimonio—escupió en un arrebato su hermano menor, mientras bajaba los pies del sillón, adoptando una postura preocupada.—. Lo lamento mucho, hermano.
Un matrimonio arreglado, el iba a tener un matrimonio arreglado. Alexander tuvo que repetirse a si mismo aquellas palabras varias veces hasta lograr entenderlas. Odiaba esa idea.
Desde que había nacido, convirtiéndose en el heredero de la fortuna de sus padres, había tenido en claro que en algún momento el debería casarse para continuar con su legado y nombrar un futuro sucesor. Jamás había logrado encontrar a la compañera adecuada, por lo que la idea de nombrar a su hermano menor, Simón, como sucesor se había plasmado en su mente.
Pero ahora, a pocas semanas de su cumpleaños numero veintiocho, sus padres le traían aquella decisión. Habían arreglado su matrimonio.
—No pienso hacerlo—escupió el millonario, frunciendo el ceño a la pantalla en su celular—. Si me caso quiero hacerlo a mi tiempo y con una mujer que ame… no con una extraña.
—Si no lo haces, ellos te van a desheredar… será un desastre para todos, Alexander—comenzó a decir Simón con notable preocupación—. Si tu no te conviertes en su heredero, ellos me nombraran a mi… y sabes lo que me pasara.
Alexander respiro profundamente, intentando tranquilizarse a si mismo. Su hermano menor era gay. Sus padres lo sabían, pero fingían no saberlo. Ciertamente, ellos ignoraban a Simón, el simplemente había sido un “daño colateral” o “un accidente no planificado”. Cualquiera sea el caso, Simón era feliz viviendo en el anonimato, siendo de ayuda crucial para Alexander, administrando las diversas empresas que este tenía bajo su poder.
Si Alexander renunciaba a ser el heredero, todo ese peso caería sobre los hombros de Simón, y sus padres, aquellos monstruos crueles, no tendrían piedad alguna con este. Su vida se transformaría en un verdadero infierno.
El millonario paso una mano por su cabellera dorada, mientras tragaba duro. Su destino estaba sellado desde hacia mucho tiempo. No podía escapar, no podía huir como un cobarde de este… el debía enfrentarlo como un hombre.
—Tienes razón, Simón. Les avisare que asistiré a la fiesta de gala… ahí me presentaran a mi prometida—dijo con un nudo en su voz el millonario.
Estaba cediendo. Sabia que luego se arrepentiría, quizás ese arrepentimiento lo acompañaría toda su existencia, pero no permitiría que su deber cayera en alguien más. Él se enfrentaría a ese, aunque sacrificara su propia felicidad para ello.
Sin embargo, Simón había estado pensando, negado a permitir que su hermano fuera infeliz.
—Tengo una idea… pero no te gustara—admitió el chico de cabello tintado de muchos colores, mientras una curva se dibujaba en sus labios.
—Estoy desesperado…te escucho—logro articular el millonario, mientras destapaba una bebida y llenaba su vaso.
—Nuestros padres te consiguieron una esposa porque saben que tu te quedaras solo buscando a “la mujer de tus sueños”—comenzó a decir Simón con calma—. Pero ¿Y si tú ya la encontraste?
—¿A qué te refieres? —respondió Alexander entre risas sin poder evitarlo—. Aparte de mi hermano eres mi amigo, Simón, por lo que sabes perfectamente que no tengo pareja, ni amante… ni siquiera alguien con quien platicar.
Simón suspiro, rodando los ojos verdes como esmeraldas que ambos compartían.
—Claro que no conoces a nadie, tienes a la mujer de tus sueños como modelo de perfección, así será imposible que alguien cumpla con los estándar de una fantasía… pero ¿Y si esa chica no fuera real? —ronroneo el hermano de cabello tintado de muchos colores.
—Cada vez entiendo menos, Simón.
Su hermano ignoro aquellas palabras, mientras rebuscaba en la chaqueta de su abrigo una tarjeta de cartón, la cual le extendió al millonario con calma.
>—¿Qué es esto? —pregunto Alexander con la boca torcida a un lado.
—Tu futura esposa—ronroneo Simón con orgullo al tener aquella brillante idea—. Es una agencia de… trabajadores y trabajadoras nocturnas.
—¡¿De dónde sacaste este número?!—exclamo horrorizado el millonario, lanzando sus ojos verdes del trozo de cartón hacia su hermano.
Simón simplemente negó con la cabeza, intentando tranquilizar a su hermano.
—No solo ofrecen sexo, hermano, también compañía… muchas veces lo único que necesitas es un abrazo que nos consuele el alma—se limito a responder el chico de cabello tintado, haciendo que el corazón de Alexander se apretara en un nudo—. Como sea, esa es tu solución.
—Sigo sin entender—admitió el millonario, negándose a la idea que intuía.
—Esto es simple, contrata una chica que se haga pasar por tu prometida. Llévala al evento, y nuestros padres no te obligaran a casarte con una extraña—la sonrisa de Simón era victoriosa—. Con eso conseguirás tiempo para encontrar a tu chica soñada.
La chica soñada, como Simón solía llamarla desde que el le había contado de su existencia… o mejor dicho, inexistencia.
Alexander se había enamorado de una mujer que solo habitaba en sus sueños, en sus fantasías. Una mujer perfecta, y no solo por su belleza exterior, sino por su alma dulce y pura, y su noble corazón.
—Es una locura, no pienso contratar una mujer de la noche para hacerse pasar por mi prometida… nadie se tragaría eso—soltó el millonario, hundiéndose en su sillón ,mientras miles de pensamientos azotaban su mente inquieta.
Simón suspiro, mientras se ponía de pie y estiraba todo su cuerpo.
—Ya tienes la tarjeta, ahora tu eliges que hacer, hermano—dijo con una sonrisa ladeada el chico de cabello tintado, antes de despedirse y salir del despacho.
Alexander se quedo allí, en el sillón, observando el pequeño trozo de cartón entre sus dedos mientras le daba vueltas al asunto en su mente.
Sabia que era una tontería, una completa estupidez haberse encaprichado con un sueño, una fantasía… pero el la sentía tan real, que le resultaba imposible apartarse de ella. La simple idea de casarse sin amor le destrozaba el alma.
El creía en el amor, aun cuando había crecido en una familia sin este. El creía ciegamente en la fuerza del amor, y se negaba a tener un futuro sin eso. Alexander prefería quedarse solo, a despertarse cada día de su vida con una persona a su lado que no le diera amor.
Por eso, con aquel ultimo pensamiento revoloteando en su mente el marco el número que aparecía en la tarjeta, con la leve esperanza de conseguir algo de tiempo para el… para el amor.
—Hola, agencia de acompañantes ¿En qué podemos ayudarle? —dijo una voz femenina al otro lado del teléfono al cabo de algunos segundos.
Alexander inhalo profundamente una ultima vez, antes de responder.
El sabia que estaba dando lugar a una posible historia de amor. Lo que él no sabía, era que no seria la historia de amor que tenía en mente vivir.
Un año y ocho meses mas tarde: Bianca. La bella esposa mirada la televisión, con una sensación de triunfo apoderándose de su cuerpo. No podia creer que estuviera pasando, que en realidad estuviera ocurriendo. —¿Amor?—pregunto Alexander, al otro lado de la habitacion, observando el rostro de su esposa colmado de emoción—¿Qué ocurre? Sin embargo, cuando llego junto a ella y la rodeo en un abrazo, el entendio todo. Las noticias decían que finalmente habían capturado con vida a Arrobin mejor conocido como el rey del submundo. Ahora se lo procesaría por incontables crímenes. No saldría pronto, no con el historial y el trabajo desmedido que los agentes de seguridad habían impuesto allí. —Se termino, finalmente se termino—dijo ella liberando un suspiro, mientras saboreaba aquel momento de triunfo. —¿Quieres quedarte a ver la nota? Entenderan si decides no ir—propuso el millonario con una sonrisa en su dirección. —No, ni en mis sueños me pierdo el primer cumpleaños de mis ahijados—res
Alexander:El demonio estaba tan absorto en si mismo, en su idea de triunfo adelantado, que ignoro por completo la parte faltante de aquella idea.Su mayor error habia sido desestimar a Franchesca. Asumir que la rubia preciosa era demasiado simple y básica, que ningún buen plan podría surgir de ella. De su mente e intelecto.Grave error que pronto pagaría con creces.Alexander habia arreglado todo con la rubia preciosa. Ni bien Franchesca le conto tota la situación, y el interés desesperado de Max por obtener todo el dinero, el se apresuro a concretar las partes dispersas de aquel metodico plan.No podia salir mal, habia demasiado en juego para ello.—Franchesca, has que firme el primer documento—pidió el millonario por el intercomunicador.En la distancia, el pudo ver como la rubia preciosa obvedecia, siguiendo a raja tabla lo pautado en el plan. Mientras tanto, sus dulces palabras colmadas de estupidez bien ingeniada y ensallada, la iban conduciendo al punto que mas deseaba.Ella es
Daniel:El hombre corria, o al menos eso era lo que intentaba hacer con todas sus fuerzas. El sentía como cada musculo de su cuerpo gruñía y se quejaba ante el mas mínimo movimiento y esfuerzo. La desesperación lo abrumaba, mientras sentía como su corazón latia a tanta velocidad que parecía a punto de escapar de su pecho.No se escucho ruido de disparo ni nada semejante mientras el buscaba la manera de seguir avanzando, corriendo a toda velocidad, desesperado.En silencio suplicaba para que el demonio se entretuviera con Bianca, que perdiera la nocion del tiempo con ella y le diera la oportunidad de escapar, de huir de allí y salir con vida. Se odio por aquel pensamiento, se maldijo a si mismo por ello, pero de igual manera siguió corriendo.Luego lidearia con toda la mierda emocional que lo acabaría por completo.—¡Corre, perra!—se escucho gritar divertido a Max a sus espaldas, mientras una risa intensa se escapaba de sus labios—¡Veamos si eres mas rápido que las balas!Al oir aquel
Franchesca:El cuerpo de la bella prostituta era débil por la falta de comida que se volvía uno en sus huesos y estomago. Sus pasos eran flojos y algo temblorosos, enviando una sacudida de dolor agonizante con cada avance que daba hacia la libertad.Pero su mirada era la que marcaba la gran diferencia. Aquella mirada gris impenetrable estaba clavada en el frente del camino, atando con ella una fuerza de voluntad inmensa e increíble. Inquebrantable se podría llegar a decir de ella.Fueron las palabras de Daniel lo que la habían llevado a pensar en el millonario, y en la pelea que el habia dado antes de entregarse a la muerte. En la clase de hombre feroz y hermoso que era y lo que ella realmente quería para su vida.Alexander no estaba vivo, para su desgracia inmensa, pero su estaba presente su espíritu. Manifestandose a través de su propia fuerza de voluntad.—Bianca… necesito detenerme—suspiro Daniel con la voz rota y rasposa ante la falta de hidratación que lo abrumaba.Amb
Bianca:Pocas emociones lograban despertar en el corazón de la bella prostituta lo que las palabras de Daniel acababan de generar.El odio, la rabia, el asco y la desesperación. Todo eso se conmutaba como uno, probocandola demasiado.Alexander estaba muerto, ella no volvería a ver su rostro hermoso nunca mas, pero aun asi, el seguía estando presente en su vida de manera incorpórea. Respirando a su alrededor como una sombra invisible que la llenaba de luz y amor. Asi como también de una fortaleza inquebrantable.Bianca lo habia perdido todo. El amor, la amistad y la calidad de poder pertenecer a una familia, pero no lo habia perdido, no del todo al menos. No la escencia misma de aquella compañía.—No te atrevas a decir una sola palabra mas—dijo Bianca con los dientes apretados—. Pudiste ser mi amigo una vez, pero ahora no eres nada para mi, asique no te comportes como si lo fueras todo cuando no es asi en realidad.—Yo no sere para ti nada, pero tu eres para mi mucho, Bianca—se apresu
Max:La rabia y el odio se armonizaban de forma perfecta en su interior, generando un matiz hermosamente aterrador. Digno de una pesadilla nefasta que nadie desea tener jamás.Sus planes se habían torcido, todos sus deseos ahora se veían ofuscados por aquella persona extraña cuya existencia el demonio negaba rotundamente. Necesitaba el dinero de inmediato, cuanto antes le fuera posible adquirirlo.El deseaba a Bianca, deseaba a la bella prostituta para el mismo, para que fuera solo suya y de nadie mas. Por desgracia, y aunque ahora aquella mujer se encontraba en su total poder, el sabia con firmeza que solo permanecería a su tutela, bajo su cautividad, hasta que el rey de reyes decidiera lo contrario.Y por lo que habia dicho Arrobin unas horas atrás, esa decisión estaba a punto de torcerse.Habia sido un tonto, por confiar en el maldito rey del submundo, sin lugar a dudas ese habia sido su mas grande y deplorable error, pero no tenia muchas opciones a su alcance. Bianca era suya,
Último capítulo