Tatiana
—¡Tenemos que perderlos de vista!— gritaba Henry.
—¡Tras ellos! ¡Se la llevan a ella! ¡Síganlos!— escuchaba voces fuertes que poco a poco se iban perdiendo, hasta que solo quedaran los sonidos del bosque.
Yo sentía la adrenalina golpeando mis venas, había pasado las peores horas, tenía