—Sebastián... Sebastián... ¡Sebastián!—
Me sentía sin fuerzas y con mi cuerpo hecho una gelatina, en cambio, él se veía vigoroso y completamente satisfecho.
—Siento que mi cuerpo no puede más…— digo con un hilo de voz, y él continuaba de nuevo, enloqueciéndome, y el clímax me hace ver estrellas.