Sebastián
—¡Maldición!— susurraba mientras volvía a su casa. Rouges… tan cerca no era buena señal. ¡Será que no puedo siquiera proteger a mi mate! Suspiraba sintiéndome como un fracasado.
Yo creía que no había avanzado en absolutamente nada en la cita. Yo tenía toda la esperanza de que iba a res