3.- Una última vez.

 —¿Qué clase de beneficios?—pregunté con curiosidad—, ¿Y por qué me elegiste a mí? Miriam es más antigua, baila mucho mejor.

—Pagaré el colegio de tu sobrina, un mejor departamento para ambas y te daré un auto por el simple lujo de tu exclusividad—respondió dejándome anonadada, ¿cómo era que sabía que tenía una sobrina? Sentí un escalofrió envolverme por completo—, Y Miriam no produce nada en mí, como tú con tu forma de bailar.

—¿Cómo sabe que tengo una sobrina? Es información personal, no entiendo—pregunté tomando valor, era parte de identidad, ¿acaso él sabía quién era realmente?

—¿Crees que no te mandaría a investigar si quiero que trabajes para mí?—preguntó con una sonrisa cínica—, Cariño, sé todo de ti.

—¿Por qué cree que tiene derecho a saberlo todo de mí? aún no acepto su propuesta—respondí acomodándome en la silla.—, Eso es invadir mi privacidad, por algo uso antifaz y no revelo mi identidad.

—Lo siento si sientes que invadí tu privacidad, pero debía asegurarme de a quien quería contratar—respondió con tono sincero—, Cómo sabrás tengo que cuidarme.

—Entiendo, lo pensaré—respondí poniéndome de pie, su rostro era sorpresa pura, pero no me sentía segura. ¿Acaso él podría ser el hombre del evento? Aleje esa pregunta de mí cabeza, mientras me disponía a salir de la zona vip.

—¿En serio rechazarás mi propuesta?—preguntó tomándome del brazo—, ¿Cuál es tu mayor aspiración? ¿Bailar aquí para siempre?—preguntó, me gire a mirarlo con rabia. ¿Qué insinuaba?

—¿Qué? Mis aspiraciones no son su problema, estimado—respondí cordial—, Simplemente no me siento segura de querer trabajar para usted.

—¿Por qué? Ni siquiera hemos hablado de tu salario, puedo pagarte mucho más de lo que ganarías aquí en años—respondió—, Siéntate y negociemos.—pidió, mi orgullo me gritaba que fuera, pero debía pensar en lo que era mejor para Annie, si él ofrecía pagarme más, le daría una mejor vida a ella. Suspirando acepte y tome asiento nuevamente—, ¿Otra copa?—preguntó y asentí.

—Bueno, Alessandro. ¿Qué me ofreces?—pregunté, ¿Qué más daba si ya sabía quién era? igual no podría mantener mi identidad oculta por mucho tiempo.

—¿Cuánto es tu salario?—preguntó entrelazando sus manos y adquiriendo una pose más demandante.

—Eso es confidencial, puedes preguntárselo a mi jefe—respondí—, Quiero decir, firme un contrato.

—Entiendo, en ese caso, te ofrezco cinco mil dólares más los beneficios que ya te mencione—respondió con mucha seriedad, mirándome fijamente, sus ojos brillaban tanto que parecían irreales. Mi mente maquinaba sus palabras, ¿Cinco mil dólares? Era mucho más del doble de lo que ganaba aquí, abrí un poco mi boca. Recibí la copa que me tendían disimulando la sorpresa, claro que aceptaría.

—Acepto—respondí, era increíble. Podría hacer muchas cosas, además de juntar dinero para colocarme el café que siempre quise.

—Sabía que eras inteligente, bien, mañana te pasará buscando uno de mis chicos a las once.—respondió—, De momento, recoge tus cosas y ve a casa.

—Entendido, ¿Comenzaría mañana mismo entonces?—pregunté, era raro que quisiera un baile tan temprano—, Y si recogeré mis cosas al finalizar mi turno, tendré mi última noche.

—No, mañana solo firmaremos un contrato—respondió serio—, ¿Tú última noche? De ninguna manera, no quiero verte más trabajar aquí.

 —¿Y quién dice que trabajaré? Quizá me tome el día para despedirme de este lugar. —respondí con entusiasmo. Su rostro cambió totalmente, no podía identificar si se encontraba molesto o sorprendido.

—¿Y qué harás?—preguntó con su quijada tensa, ¿le molestaba que quisiera despedirme del lugar que me ha dado de comer por tanto tiempo?

—Te veo mañana, Alessandro—respondí despidiéndome, me tome de un solo golpe toda la copa y la deje encima de la mesa.

Camine hasta la salida dejándolo totalmente sorprendido, no entendía a este hombre. Era un dios griego, ¿Qué hacía en lugares como estos? ¿Por qué quería una bailarina? ¿No era casado? Ni siquiera le pregunté, ¡Dios! ¿Cómo es que me salte tantas preguntas que pude haberle hecho? ¿Acaso solo me importaba el pago? Bueno en realidad sí, necesitó pagar deudas. De igual manera ya era tarde para retratarme. Busque con la vista a mi jefe y lo vi en su oficina, la puerta estaba semi abierta, así que lo vi sentado contando billetes. Di unos toquecitos en la puerta, alzó su mirada a mí y me hizo un ademan de que entrará y eso hice cerrando la puerta tras de mí.

—¿Aceptaste verdad?—preguntó suspirando.

—Sí, era imperdible la oferta, Leo—respondí—, Vengo a darte las gracias por haberme dado empleo todo este tiempo. Y a entregarte esto—dije tendiéndole el antifaz.

—Llévatelo, es tuyo, te pertenece—respondió—, Toma, esto es para ti.—dijo tendiéndome un sobre que recibí—, Sabía que no podría contra ese millonario, ¿Cuánto te ha ofrecido?—preguntó cotilla.

—Gracias, ¿Qué es?—pregunté, al abrirlo divise varios billetes de cien. Era mucho más que mi pago—, Pues me ofreció un sueldo de cinco de los grandes, departamento, auto y pagar el colegio de Annie—le conté.

—Es tu liquidación, debo pagarla por ley—respondió encogiendo sus hombros, suspiró y luego resopló—, ¡Vaya! Eso es increíble, no podría competir contra eso jamás—dijo—, Te has ganado la lotería, Mia. Sin embargo ten mucho cuidado y si algo llega a suceder, recuerda que aquí siempre serás bien recibida—apoyó y me acerqué a darle un abrazo.

—Gracias, Leo. Eres el mejor—respondí—, Adiós, iré a despedirme del bar—avisé.

—¿Un trago?—preguntó elevando su ceja.

—Que sean tres, por favor—divertí y salimos juntos a la barra.

Antes de sentarme a tomar con él, fui a mi camerino y vi que no estaban todas las flores que me habían dejado. ¿Qué rayos? ¿Quién pudo habérselas llevado? Tampoco estaba el reloj, ¿Me habían robado? Me cambie rápidamente por ropa cómoda y vi una nota pegada en el espejo. “Tranquila, le pedí a mis chicos que llevarán todo a tu casa, diviértete, A” ¿otra vez A? ¿Quién podía ser? Espera…Alessandro, ¿A? ¿Era él? Claro no podría tratarse de nadie más. ¿Por qué parecía tener todo fríamente calculado? Comenzaba asustarme, salí resignada a disfrutar como nunca mi última noche en aquel bar.

Respire profundo y me senté junto a Leo, ordenamos una ronda de tequilas. Chocamos los pequeños shots y los bebimos de golpe. Sentí arder mi garganta pero no me sentía como nunca, la música subió de tono y colocaron mi canción favorita del momento, así que aproveche a sacar a bailar a leo, nos tomamos otros shots y comenzamos a contornearnos y disfrutar de la melodía. Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete… shots después comenzaba a ver todo borroso. Estaba mareada, pero me sentía diferente, todo me daba risa y estaba disfrutando. Subí a la barra y comencé a bailar, pasaba mis manos por todo mi cuerpo, mientras movía las caderas, el público enloqueció. Podía escuchar las palmas pidiendo más, silbidos, gritos, bardo. El bar estaba en su máxima capacidad de personas, la música alta y mi cuerpo caliente de tanto licor.

—¡Mucha ropa!—gritaban al unísono, me reí con fuerza y comencé a quitarme el suéter que tenía puesto. Todo parecía ser una buena idea, escuchaba a Leo decirme “Déjalo, Mia, no lo hagas”. Pero era un aburrida, bah. ¿Qué sabía ese hombre amargado divorciado de la vida? ¿De disfrutar?

Seguí bailando y estaba por alzar mi blusa, cuando unos brazos me tomaron con fuerza bajándome de la barra, ¿Qué carajo? Mi pecho reposaba en el hombro de ese hombre, no podía ver su rostro, pero me cargaba como si de un saco de papa se tratase, por más que lo golpee y patalee no me soltaba. ¡Bájame! Le gritaba y no me hacía caso, luego de subir en su auto me quede profundamente dormida.

Desperté sintiendo que mi cabeza me mataría, me dolía horrores, ¿Qué había pasado? Me removí en la cama, hasta que me percate de algo. Esta no era mi casa, ¿Qué carajos? ¿Dónde estaba? Me repuse rápidamente y me senté de golpe, estaba vestida con una camiseta de algodón de hombre, olía muy bien. ¿Acaso había tenido…? No, no, no podía ser. Estaba mareada y a punto de vomitar, cuando alguien entró a la habitación. Mierda, Alessandro…¿Acaso él y yo habíamos tenido…?

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