Cuando me di cuenta de lo que hacía, ya estaba orillando la Ducati en la acera y saltando de ella para ir a su encuentro. Me acerqué estando personas y con cautela dije su nombre, porque si la tocaba, se alarmaría.
─Eloise... — la llamé suavemente. Por su sorprendente sentido auditivo ella se giró a mi dirección, su cara brillando de puro placer al reconocer el timbre de mi voz. Esto hizo algo en mí.
─Daniel ─contestó apenas en un susurro emocionado─. ¿Qué haces aquí? ─preguntó.
Estaba con alguien más, Elie.
─Eso no importa. Quiero saber que haces tú aquí sola, fuera de un club nocturno en medio de la noche. Pueden hacerte daño, Elie ─advertí mientras me acercaba a ella y tocaba su hombro para que supiera donde estaba.
─No soy una niña, Daniel ─bromeó conmigo, con una pequeña sonrisa en sus labios. De nuevo tenía su mirada en mí cabello junto a esa sonrisa, y de nuevo mi muro contra ella se deshacía de un bloque más.
Me sentí en el lugar correcto cuando ella tomó mí mano de su homb