CAPÍTULO VIII
Fue tan brusco al soltarla pues en ese movimiento ella comenzó a sentir unas punzadas en la parte baja de su cadera, mismas que sentía cada vez que hacía frío y se volvía aún más sensible ya que tenía clavos para adherir su espina dorsal.
En esos casos tan graves debía tomar el medicamento de manera rápida, pues en ocasiones terminaba desmayada y con un dolor inigualable a cualquier otro, era como quebrar un hueso sin que terminará de hacerlo por lo que dolía constantemente.
Aunque al parecer la sola idea de ser liberada no sería posible debido a Andrés quien se encontraba furioso frente a ella. Era como un toro bufando, Sofía hasta podía ver claramente como le salía humo por la nariz.
— ¿Cuándo regresaste?, no, más bien ¿Qué demonios haces aquí? — el tono de este no era para nada amigable y ella comenzaba a impacientarse, eso sin contar los