Melina llama suavemente a la puerta de Franky y espera ansiosa que le abra. Franky jadea en el momento en que abre la puerta. Mira a Melina como si fuera un fantasma frente a ella. Melina sonríe y la acerca para abrazarla. Franky duda en devolverle el abrazo a Melina por un segundo, pero rápidamente la abraza y le devuelve la vida. Las lágrimas llenan los ojos de Melina cuando percibe el aroma de Franky, que le recuerda a su hogar. Melina ha extrañado mucho a su hermana. Desea no tener que separarse nunca de ella.
—Déjame echarte un vistazo—dice Franky, alejándose de Melina. Ella da un paso atrás y la escanea de pies a cabeza—. Gracias a Dios que es