Dylan estaba tan enfurecido que su rostro se había puesto rojo. Gritó:
—¡Mami, esta mujer es demasiado malvada!
El alboroto dentro del baño fue tan grande que, naturalmente, todos afuera lo escucharon. La primera voz en llegar fue la de Sabrina, ansiosa:
—¿Qué pasa? ¿Qué está ocurriendo? ¿Están bien?
La voz de Tobías se unió enseguida, junto con una avalancha de pasos. Parecía que todos habían acudido.
Zoey, aún algo aturdida, miró a Rubí con enojo. Luego se dejó deslizar dramáticamente por la pared y, en un gesto exagerado, despeinó su cabello varias veces, logrando un aspecto aún más desaliñado. Las mejillas, marcadas por las bofetadas de Rubí, la hacían ver lamentablemente indefensa.
Rubí frunció el ceño al verla. ¿Zoey realmente iba a fingir que la habían intimidado? Al intuir lo que se avecinaba, el rostro de Rubí se tensó y su expresión se volvió sombría.
Dylan observó el intercambio entre ambas. Sus pequeños ojos parpadearon rápidamente, como si hubiera entendido algo, y, de re