Capítulo 2

*—Darren:

Había llegado a la fiesta. Él era el anfitrión de esta, pero él siempre llegaba tarde pues porque le encantaba que cuando entraba al lugar donde se celebraba, la gente lo mirase con sorpresa y se quedase murmurando. Él vivía de esto. Darren Black hinchó el pecho y comenzó a caminar dentro del lugar.

Algunos de los invitados de la fiesta, unos conocidos y otros completamente desconocidos para él, se acercaron, rodeándolo. Saludándolo con muchos ánimos, especialmente las chicas, quienes se tiraron hacia él. Darren sintió asco ya que algunas chicas se atrevieron a besar su boca.

Se pasó una mano por la boca, limpiándose los restos de labial y quien sabe que más. Fue halado por una mano en su brazo hacia atrás. Darren murmuró una maldición. Él era una eminencia en aquella fiesta, pero, aunque esto le gustaba, a veces lo odiaba, ya que a veces necesitaba su propio espacio y siendo un Black, un miembro de una familia tan prestigiosa como la suya, este tiempo a solas era muy escaso.

Se giró hacia la mano que lo tenía agarrado del brazo, disputo a empujar el duelo de esta y no le importase si era un chico o una chica, odiaba cuando lo tocaban, pero para su sorpresa no fue alguien desconocido, si no su mejor amigo.

Darren frunció el ceño mientras veía aquel chico rubio muy vivaz frente a él sonriéndole.

—¡Darren!—exclamó Matthew Bryant con una estridente voz. Darren hizo una mueca. Iba a lastimarle los oídos, bueno, él tenía que gritar ya que con la música subida a todo volumen era imposible escuchar lo que se hablaba al menos que gritaras.

Darren le dio un golpe en el brazo a Matthew voy haberlo tomado del suyo antes, este imbécil había arrugado su pulcra camisa negra. Darren se pasó la mano por donde Matthew lo había agarrado antes, como si estuviese limpiando alguna mota de polvo.

—¿Qué hay Darren?—dijo uno de sus amigos acercándose, este era Alexander Hunt, un pelinegro con ojos como anoche.

Darren hizo una mueca. Aquí venia su copia barata. Rodó los ojos mientras el chico se detenía frente a él y le palmeaba el brazo. Darren aspiró el aire y arrugó la nariz, el tipo olía demasiado a alcohol, debía de estar borracho como una cuba. Era una fiesta universitaria, era obvio que iba a haber muchas personas ebrias, él incluso había pasado por esto en su primera fiesta, pero había dejado de beber como loco para poder disfrutar de la noche y hoy. Una sonrisa maliciosa se dibujó en sus labios. Hoy disfrutaría la noche.

—¿Alguna novedad?—preguntó Darren y tomó el vaso plástico que Matthew le ofrecía.

Matthew se encogió de hombros.

—La mesa está vacía ya…—dijo Matthew mirando hacia la mesa de los vasos especiales.

Darren sonrió y movió la mirada hacia la mesa. Como si todo el mundo en aquel lugar supiera que él estuviese mirando hacia allá, se apartaron dejándolo ver la amplia y larga mesa cubierta por un mantel negro. Había un bol cristalino muy grande en el centro, este había tenido antes el ponche que se había repartido entre las chicas y ahora estaba completamente vacío. Había algunos vasos plásticos de colores sobre la mesa, la mayoría vacíos.

Rió. Claro. Todas las chicas que estaban en la fiesta buscaban dos cosas: disfrutar de la fiesta y también participar en el evento. La fiesta era una tradición de la hermandad desde hace años, esta consistía en que en la fiesta se sirviera ponche a todas las chicas que asistieran, pero había uno de esos vasos con ponche que sería considerado especial y que tendría un poco de afrodisiaco. La chica que tomase el vaso con aquella sustancia comenzaría a excitarse unas horas después y podría acostarse con el líder de la hermandad.

Las chicas buscaban este premio o, mejor dicho, titulo. Si el vaso que tomabas salía premiado con el afrodisíaco serias considerada «Afrodita» por todos los estudiantes de la universidad hasta que se celebrase la fiesta otra vez y esta se celebraba tres veces al año. También el titulo tenía algunas mejoras. Si en la noche que pasabas teniendo relaciones con el líder de la hermandad resultaba fascinante para este, el mencionado podría reclamarte una vez más, claro, poniéndote otra etiqueta. Un lazo de color rojo intenso.

Darren solamente había colocado dos veces aquel lazo en lo que llevaba como líder de la hermandad y había sido seleccionado como este en su segundo año de la universidad y este ya era el último, eso quería decir, que se habían celebrado casi 10 veces la Fiesta del Afrodisiaco como se hacía llamar. Además de esas dos chicas que fueron obsequiadas por más noches junto a él, no había conocido a otra que lo desease tener relaciones. La mayoría eran unos malos polvos.

A Darren al principio le pareció una estupidez cuando entró a la universidad y asistió a la fiesta, en aquel entonces, su hermano mayor, Nathan, había sido el líder de la hermandad. Todo un tonto evento para que alguien se acostase con una chica desconocida. Era estúpido. Eso había pensado. Cuando asumió la responsabilidad de la fraternidad y acudió a la fiesta, no como invitado, si no como el «Príncipe Negro» que reclamaba a su «Afrodita» a media noche y probó los placeres que llevaba consigo aquel título, había cambiado de parecer.

Ahora disfrutaba aquella fiesta. Esta noche reclamaría una nueva chica y esperaba que esta diese más la talla que de la fiesta pasada. Le dio una mirada a Matthew. En la fiesta pasada, la noviecita de su amigo había sido seleccionada como Afrodita. A pesar de que Darren no había querido acostarse con la chica ya que era novia de su mejor amigo sus obligaciones le llamaron. No podía romper el juramento que hizo cuando asumió la responsabilidad de la fraternidad, seria visto como un blendengue, aunque tendría que dimitir muy pronto y las fiestas se acabarían. Era su último año y tenía que disfrutarlo al máximo.

—Darren…—lo llamó Matthew, sacándolo de sus pensamientos.

Darren parpadeó y miró a su amigo.

—¿Hmm?

—Creo que ya hemos detectado a la nueva chica…—dijo Matthew sonriendo con malicia y mirando a un lugar específico del salón.

Darren siguió su mirada y sonrió. En un grupo de chicas había una que resaltaba de entre las otras. Su cabello era tan blanco, aunque debía de ser por las luces porque era definitivamente una candente rubia. Una sonrisa maliciosa se dibujó en sus labios. La noche se ponía buena.

.

.

.

*—Alice:

Habían cambiado de tema y ahora hablaban de otras cosas que no tenían que ver con la fiesta y la chica ganadora. Gracias a dios, porque, aunque estaba en la fiesta, no quería hablar del Príncipe Negro y de Afrodita. Quería disfrutar la fiesta. Alice rió por algo que Suzanne dijo, les había estado contándole una anécdota que le pasó en su primer año en la universidad.

Alice esperaba que sus cuatro años en la universidad pasaran tranquilamente y sin ningún percance. No tenía tiempo para ello. Tenía que mantener su récord limpio y sin ninguna mancha ya que era una estudiante becada y de eso dependía su vida. A pesar de que le gustaría vivir por un momento una vida loca pero su futuro dependía de lo que hacía hoy en el presente.

El grupo rió cuando Suzanne dijo algo y Alice las copió. Esto era divertido. Se llevó una mano al pecho y respiró tranquila. Comenzaba a sentirse sin aire de tanto que se había reído aquella noche. Se abanicó la cara. Hacía calor también. Pasó la mirada por las personas de la fiesta, está ahora estaba en su apogeo. La música estaba muy alta y había gente desgreñándose en el medio de todo el mundo.

Alice se preguntó si ya habían encontrado a la chica, aunque no había escuchado ninguna algarabía. Todos parecían tranquilos, a excepción de los que ya estaban pasados de tragos y de otros que daban pena de tan locos que estaban. Alice soltó una risita y sintió ganas de ir al baño.

Se puso de pie para dirigirse hacia los servicios que había visto antes cuando había estado recorriendo el salón con Kelly y Melody, pero sus pies se valieron mierda y terminó cayendo de culo al sofá otra vez. Hizo una mueca. Y miró de mala manera a los tacones, no iba a ponérselos otra vez. Se los quitó. Iría descalza al servicio, aunque no era seguro ya que podía tomar cualquier enfermedad, pero que importaba, no sería la gran cosa. Se puso de pie otra vez, pero una vez más sus pies le fallaron. Esta vez, cuando se sentó otra vez en el sofá, sus amigas quienes habían estado muy amenamente hablando a voces la miraron con las cejas arqueadas.

—¿Alice? ¿Te pasa algo?—preguntó Kelly con un tono preocupado.

Alice negó con la cabeza e iba a decirles que estaba bien, pero cuando abrió la boca, ningún sonido salió. Tosió sintiéndose extraña, pero Alice se ahogó y se llevó una mano a la garganta mientras sentía una especie de quemazón subirle por esta y luego recorrerle el cuerpo entero. ¿Acaso estaba borracha? No, no podía ser.

—¿Alice?—esta vez preguntó Suzanne pasando una mano por su espalda.

¿Qué mierda era lo que le pasaba? Se sentía extraña. Quizás era porque no estaba acostumbrada a beber mucho alcohol, aunque solo habían sido tres vasos junto al vaso del ponche. Bueno, había sido una dosis fuerte de seguro, quizás era por eso que sentía mareada y muy caliente…

Espera un momento. Alice apretó las piernas y bajo la mirada. En serio, ¿Qué mierda le pasaba? Se sentía algo… ¿Cachonda? Alice arqueó las cejas mientras negaba con la cabeza e intentaba descifrar sus síntomas. Era posible no estuviese borracha en sí, ya que estaba pensando con coherencia, pero era posible que la mezcla de bebidas le hubiera afectado tanto que la estaba haciendo excitarse.

Se mordió el labio sintiendo una nueva ola caliente recorrerle el cuerpo. Se abrazó a si misma mientras se arqueaba hacía abajo en el sofá. Sentía los pechos pesados y sus pezones empujando. Le dolían tanto, así como dolían cuando estabas en tus días de ovulación. Su cuerpo en verdad se sentía extraño. Ahora estaba temblando, sentía todo su cuerpo débil y… Muy deseoso. Incluso. Apretó otra vez las piernas y soltó un gemido bajo. No debió de hacer eso. Aquel movimiento hizo que su entrepierna se apretara y que le doliese. Estaba muy excitada, tanto que sentía que su clítoris se había vuelto una piedra algo sensible y… se sentía muy húmeda entre las piernas y su tanga no ayudaba mucho.

—¡Alice! —exclamó Kelly llamando su atención.

—¡Ahora no Kelly!—exclamó ella de regreso sintiendo otra ola recorrerla y haciendo que esta vez soltase un gemido algo alto. Se cubrió la boca con las manos y subió la mirada hacia sus amigas. Kelly la miraba asustada al igual que Melody mientras que Suzanne la miraba con las cejas arqueadas.

—¿Alice acaso tu…?—comenzó a decir Kelly pero la mirada furiosa que le dio Alice la hizo callarse.

Que no dijese nada. No quería escuchárselo decir. Había estado atribuyendo estas sensaciones extrañas a el alcohol que había bebido pero aquellas dosis no pudieron haberla embriagado. Definitivamente no era el puto alcohol, era algo más y mucho peor, dedujo Alice. Se mordió el labio con fuerza, tanto así que sintió el sabor metálico de la sangre. No era posible. A ella no debía de estarle pasando esto. Ella no había sido la chica que había tomado el vaso premiado. Debía de ser una mentira.

Intento ponerse derecha para fingir que estaba bien pero cuando lo hizo sus amigas la agarraron por los brazos, exactamente Kelly por el izquierdo y Suzanne por el derecho, poniéndola de pie. Las piernas de Alice fallaron y casi se cae al suelo si no es por Melody que la sostuvo por la cintura.

—¿Qu-que?—Alice se pasó la lengua por los labios, lo cuales se le habían puesto algo resecos—¿Qué me está pasando?

Las chicas la dejaron otra vez en el sofá y se sentaron a su lado. Suzanne colocó una mano sobre el muslo desnudo de Alice, esta última reaccionó temblando. No pensó que su cuerpo reaccionaria a cualquier toque. Era algo loco.

Se rió completamente nerviosa por lo que le deparaba el futuro. ¿Cómo mierda iba a salir de esto? Hace un rato estaba hablando feliz con sus amigas y de la nada su cuerpo se había vuelto loco, completamente excitado y con ganas de hacer cosas que ella nunca había hecho en su vida. Levantó un poco la mirada y miró a las personas cerca de ellas. Había algunas chicas y algunos chicos que la miraban. Mierda. Se estaban dando cuenta que ella era la chica que había recibido el título de la nueva «Afrodita».

—¿Q-qué voy a hacer?—preguntó Alice con voz temblorosa y sintiéndose muy asustada.

—En primer lugar, tranquilízate—escuchó que decía Suzanne volviendo a lo mismo de antes, a pasar su mano por la espalda media desnuda de Alice.

—Alguien debería prender el aire acondicionado—murmuró Alice sintiendo como se estaba quemando por dentro.

—Está bien frio aquí dentro—dijo Melody.

—Está quemándose por dentro—dijo Kelly—Es normal que se sienta de esa forma.

—¿Es normal?—preguntó Alice respirando agitadamente—Me siento como si me fuera a quemar y además de eso…—Alice se mordió el labio mientras sentía otra ola de deseo recorrerla una vez más. ¿Cuándo se iban a terminar?

«Cuando te acuestes con Darren Black», dijo una voz en el fondo de su mente.

No, no quería eso. Había venido a la fiesta solo porque había querido disfrutar de ella y conocer, no a ganar un puto y estúpido título, y tampoco a acostarse con un tipo completamente desconocido. No, esos no habían sido sus planes. Maldición. Maldijo al estúpido creador de aquella tonta fiesta.

—¿Qué vamos hacer Suzanne?—preguntó Kelly parecía estar volviéndose loca.

—Sabes que se debe hacer Kelly.

—¡Pero es Alice!—exclamó la chica.

—Sí, ¿y?—preguntó Suzanne arqueando una ceja.

—¡Ella no está acostumbrada a esto!

—Kelly cálmate—murmuró Melody.

—Bueno, desde el momento en que cruzó el umbral y entró en el salón estaba dispuesta a aceptar todos los términos que conlleva entrar a la fiesta.

Si, Suzanne tenía razón. Ella se buscó esa mierda. Maldita curiosidad. Había escuchado tantos rumores de la fiesta que había querido verlo por sí misma, pero no pensó que en su primera fiesta saldría victoriosa y que bebería el vaso especial. En verdad tenía mala suerte.

—Alice es virgen—le informó Kelly y Alice se ruborizo. Su amiga lo había gritado y estuvo segura de a que las personas cerca de ellas lo escucharon.

Suzanne abrió los ojos y desvió la mirada.

—Sabes que si hacemos algo no nos van a admitir en la próxima fiesta, ¿verdad?—le pregunto Suzanne mirando a la rubia otra vez.

A ella no le importaba. Si salía viva de esta fiesta nunca volvería a dar la cara cerca de aquel lugar.

—Solo te queda una última fiesta antes de graduarte, Suzanne—dijo exasperada Kelly—No importa esta estúpida fiesta—ella lloriqueó—No puedo dejar que Darren desvirgue a Alice, ella es muy inocente para él.

Suzanne suspiro y se puso de pie.

—Mejor saquémosla antes de que se den cuenta—dijo pasando la mirada por las personas cerca de ellas.

Alice también miró, el rumor se esparciría por toda la fiesta ya que había chicas y chicos cuchicheando entre ellos, era cuestión de tiempo antes de que Darren se enterase de que la nueva Afrodita había renacido. Aun así, Kelly y Suzanne ayudaron a Alice a ponerse de pie. Alice no podía dar un paso bien, ya que todo su cuerpo se sentía como una gelatina, estaba tan débil.

Melody tomó sus tacones del suelo. Kelly y Suzanne se colocaron a su lado, ayudándola a caminar hasta la entrada. Maldición. No lo lograrían, las personas la miraban a medidas que avanzaban hacia la salida del gran salón. Alice apenas podía moverse. Su cuerpo temblaba demasiado de placer, ella necesitaba… Necesitaba a…

Sus piernas fallaron una vez más y escuchó los gritos de sus amigas mientras ella caía de rodillas al suelo. Alice se curveó sobre su vientre. Su centro palpitaba demasiado de placer, ella necesitaba sentir el toque de alguien entre sus piernas, llevarla a la cima, y no tan solo una vez, si no par de veces. No creía que el deseo se disiparía con tan solo un orgasmo. Movió una de sus manos hacia su entrepierna, la metió por debajo de la falda del vestido, pasó los dedos por su muslo derecho hasta que llego a su centro palpitante.

Dios, estaba empapada. Alice palpó su clítoris con la yema de sus dedos, estaba muy duro y sensible, cuando lo tocó su cuerpo reaccionó y soltó un gemido. ¿Acaso todas las chicas que bebían el néctar especial pasaban por lo mismo que ella? Esto era horrible. Nunca se había sentido así en su vida.

—Vaya, vaya—dijo una voz masculina.

Alice se estremeció y temió mirar hacia atrás. ¿Era la voz de Darren? ¡Oh Dios Mío! No tenía oportunidad ya de escapar de sus garras. Comenzó a lloriquear al darse cuenta de a lo que se vería expuesta en unos breves momentos.

—¡Alexander!—escuchó que Kelly exclamaba.

¿Alexander? Alice miró hacia atrás. Había un chico vestido con una camisa y pantalón negros, este tipo tenía el cabello negro, pero no era Darren. Alice respiro tranquila, pero sabía que no estaba a salvo, ya que las personas que estaban cerca de ellos se giraron para mirarlos.

—¿A dónde llevas a la nueva Afrodita, Cerda?—dijo el tal Alexander con desprecio a Kelly.

—¡Eso no te importa!—le gritó Kelly a Alexander con enfado.

—Suzanne—dijo otra voz.

Alice miró al recién llegado. El tipo era el tal Matthew Bryant. El chico rubio la miró con una ceja arqueada y luego miró hacia donde estaba Melody.

—Melody—murmuró Matthew mirando a la chica con una sonrisa en sus labios.

—Ho-Hola—dijo la chica saludándolo con un breve tartamudeo.

—¿Qué están haciendo?—preguntó Matthew mirándolas otra vez—Saben las reglas.

—Lo se Matthew, pero…—Kelly fue interrumpida por Alexander.

—Darren mira a quien tenemos aquí—dijo Alexander riéndose con malicia—Estaba intentado escapar de la fiesta.

El cuerpo de Alice se encogió en el suelo y sintió un rápido estremecimiento. No tenía que verlo para saber que el tal Darren Black estaba detrás de ella. Alice se mordió el labio con temor y lentamente se giró hacia donde sentía la presencia. Se topó con unas largas piernas arropadas en tela negra. Continuó subiendo, pasando la mirada por su pelvis, donde se veía un gran bulto y continuando por su amplio pecho oculto por una camisa negra hasta una pequeña porción libre de su cuello, el cual era muy blanco, así como la porcelana.

Alice trago nerviosa y siguió subiendo hasta su cara. Mirando primeramente esos labios que parecían suaves a simple vista y generosos. Su perfilada nariz y luego sus profundos y electrizantes ojos azules. Darren la miró con estos. ¡Oh por Dios!

Ella estaba perdida.

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*—Darren:

Darren nunca había visto a esta chica.

Se inclinó, poniéndose de cuclillas a la altura de la chica. Le tomó el mentón con una mano e hizo que ella lo mirase a la cara. La chica parecía muy asustada, sus ojos, los cuales eran azules estaban muy abiertos y sus labios rosados estaban entreabiertos, como si estuviera pidiendo ser besada.

Darren sonrió. Si, la besaría, pero a su debido tiempo. Pasó la mirada por su cuerpo, así como ella había hecho antes con él, la observó. Llevaba un vestido negro corto, el cual estaba sujeto a su blanquecino cuello, su cabello rubio platinado se derrapaba por su espalda y por sus hombros desnudos. Darren aspiró el aire, la chica olía a una rica fragancia mezclada con un ligero olor a sudor y a alcohol.

Sintió como su polla cobraba más vida dentro de sus pantalones. Darren se mordió el labio y deseó tomar aquella chica allí mismo sobre el suelo, delante de todos, pero… Una sonrisa se dibujó en sus labios. Esta chica se merecía mucho más. Lo había cautivado un poco, él deseaba verla sobre las sábanas con su cabello rubio derrapado por estas, con sus piernas abiertas y lista para él.

Se colocó derecho y chaqueó los dedos, dándole a entender a Matthew y a Alexander que ayudaran a la chica a ponerse de pie. Lo hicieron, la tomaron por los brazos con delicadeza y la hicieron poner de pie. Darren vio como la chica comenzaba a temblar, quizás de miedo o quizás por la sustancia que había tomado antes y que ahora estaba haciendo efecto.

Darren bajó la mirada por su cuerpo. Tenía unos senos firmes y algo pequeños. Bajó por sus caderas, las cuales eran un poco anchas a pesar de su delgadez y luego por sus desnudas y esbeltas piernas hasta sus pies, los cuales estaban desnudos. Gracias a las luces del lugar podía ver que la chica tenía las uñas pintadas de un intenso rojo. Le gustaba el rojo.

—¿Cuál es tu nombre?—le preguntó Darren mirando de nuevo a su cara.

La chica frente a él se mordió el labio, nerviosa. Darren deseó dar un paso hacia ella y tomar esa rica boca, pero se contuvo. Más tarde lo haría. Tendría esa boca alrededor de su miembro en un breve momento.

—Y-yo—la chica murmuró quedadamente y Darren se acercó más, ya que no la escuchó bien.

—Habla—exigió Darren. Odiaba los rodeos.

—S-soy Alice—dijo la chica con temor en su voz.

Darren sonrió. Así que se llamaba Alice. ¡Qué bien! Ni le importaba. Dio un paso hacia ella y la tomó entre sus brazos, la alzo hasta que ella estuvo descansando sobre su hombro como si ella fuera un saco de papas. Escuchó como la chica chillaba y pataleaba mientras que sus amigas maldecían a Darren.

Este miró a una de ellas, la cual le pareció conocida. Si, la conocía y muy bien. Kelly Lynch. Sonrió. Él había tomado a esa chica sobre un sofá en una fiesta cuando esta había sido seleccionada como «Afrodita». Uno de los peores polvos que había tenido en su vida.

Darren le palmeó el trasero a la chica en su hombro haciendo que esta gimiera. Cuando la vio esta parecía al borde, movió la mano desde su trasero hacia el centro de su cuerpo. Vaya. Darren pasó los dedos por la tela humedecida de sus bragas. Esta chica estaba más que lista para él. Bueno, a lo que había venido. Se dio la vuelta con Alice entre sus brazos y comenzó a marchar a la salida del salón. Tenía una habitación de un hotel cercano apartada y la iba a usar esta noche con su Afrodita.

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