Ya a la luz de sol, Giselle está sentada en la cama, poniéndose una botas bajas y muy adolorida. Una parte de su mente está en la noche que tuvo con Max, preguntándose de dónde salió eso de que no se iba a romper, cuando era obvio que sí. Aquel dolor lo confirma.
La otra parte está en la casa que la vio crecer, allí donde dejó cientos de recuerdos y ahora, el sismo que le abrió los ojos, puede que haya destruido una buena parte de esos recuerdos.
—¿Estás bien, bonita? —la voz grave y preocupada de Max la hace levantar la mirada, arrepintiéndose en el acto de hacerlo, porque se ve condenadamente sexi… tal como cuando se coloca jeans.
—Adolorida y preocupada, solo eso —le dedica una sonrisa y él se acerca para darle un beso en la frente, lo que Giselle aprovecha para abrazarse a su cintura.
—No vuelvo a hacerte caso c