Zack vio la determinación en Leonid y afirmó con la cabeza.

—Eso tienen los lobos que admiro, su determinación a sacrificarse por el bien mayor, no será nada fácil para ti que tienes mate marcar a otra, sufrirás igual o peor por la mujer objeto de tu impronta.

—He dicho que estoy seguro de mi decisión, igual a Aisha no la aceptarán en esta manada y ella no me aceptará si renuncio, ¿qué otro camino me queda? Trataré de hacer lo correcto, le daré honor a mi Beta y espero que eso alcance para evitar que mi manada quiera la cabeza de todos los hechiceros del Oriente.

—No es fácil morder la piedra, los hechiceros del Oriente son resistentes, aunque feos, es debido a su maldición, ¿sabes cómo se la ganaron?

—No lo sé.

«Yo tampoco, deja que te cuente el hechicero parlanchín» Argumentó Akron.

—Todo se remonta muy atrás en el tiempo, una sacerdotisa del aquelarre del Oriente se enamoró de un hombre prohibido, algunos dicen que era el mismo Perseo.

—La verdad no tengo tiemp