Si las miradas mataran, Mike debería poner en su epitafio «Muerto por los ojos de mi amada en un segundo» o «Muerto por pendejo», pero lo cierto es que cuando Katerina se voltea a verlo, lo que sale de su mirada es más que fuego y rabia.
—Yo no tengo nada que hablar con usted, señor Murphy —intenta pasar por su lado, pero Mike no le da tregua, la levanta como si fuera una pluma y la mete en el cuarto—. ¡Déjame, animal!
—¡No! Necesito que aclaremos muchas cosas del pasado y no pienso dejarte ir —la deja a los pies de la cama, pero ella intenta irse nuevamente—. ¡Katerina Jackson, ya deja de ser tan cobarde!
—¿Cobarde? —sisea ella deteniéndose de inmediato y mirándolo a los ojos—. ¡¿Cobarde?! ¡¡¿Te atreves de decirme a mí cobarde?!! ¡Te recuerdo que fuiste tú el que huy&