Una Familia no Convencional
Una Familia no Convencional
Por: Sofía de Orellana
Capítulo 1: La huida

Kate mira de nuevo la prueba de embarazo, como si eso ayudara a que el resultado cambie, pero no lo hace. La mujer siente una emoción enorme por enterarse de su embarazo, pero no sabe cómo lo tomará su novio.

Aunque Anthony suele ser dulce con ella, sabe que es implacable con los demás y eso a veces le da un poco de miedo, porque si ese carácter duro se vuelve contra ella todo puede ser más complicado.

Cuando al fin sale del baño, se encuentra de frente con Anthony, quien la mira con el ceño fruncido y repara en la varilla que lleva en la mano.

—¿Qué tienes allí? —le pregunta al tiempo que ella trata de esconderla, pero Anthony es más rápido y se la quita.

Anthony mira la varilla con rabia y luego sus ojos se posan en Kate, ella se retuerce las manos con nerviosismo, pensando en que tal vez él pueda cambiar su actitud hostil y la abrace emocionado por la noticia.

Pero nada de eso ocurre.

Anthony la toma con fuerza del brazo y la saca del cuarto para llevarla a la primera planta, en cuanto terminan de bajar, la escalera comienza a gritar como si el mundo se estuviese acabando.

—¡¡Doctor Bean!! ¡Necesito que llamen ahora mismo al doctor, Bean!

—Anthony, ¿qué piensas hacer? —¿Pregunta, ella con temor?

—Haré que el doctor te saque a ese bebé —La respuesta fría y seca de Anthony la dejan pasmada, Intenta luchar para soltarse de la garra del hombre, pero él es más alto y fuerte, por lo que no lo logra.

—Espera, no puedes hacer eso —le dice en un susurro ahogado por el miedo—. ¡Es mi hijo y yo lo quiero!

—¡Pero yo no! ¡¡No tienes idea de lo vulnerable que puede volverme un hijo!! ¡Además, no eres una mujer como para que yo tenga descendencia! —acerca su rostro a ella y le dice con desprecio—. Sólo eres la mujer que me llevo a la cama para satisfacer mis necesidades.

—¡¿Cómo puedes decirme eso sí, anoche me dijiste que me amas?!

—¡Mentiras que un hombre debe decirle a las mujeres para que le den lo que quieren! —Anthony deja escapar una risa siniestra que a Kate le hiela la sangre.

En ese momento aparecen dos de los hombres de Anthony y junto a ellos, el doctor Bean. Con un gesto, Anthony les indica que entren a su despacho y allí lanza a Kate con fuerza haciendo que ella caiga al piso.

—¿Sí, señor DeMarco? —le pregunta el doctor con una reverencia, ignorando lo que acaba de hacer su jefe.

—Necesito que vea cómo le termina el embarazo a esta mujer. La desgraciada se ha atrevido a ir en contra de mis deseos y se ha embarazado a propósito.

—¡Eso es mentira, sabes que estaba usando…! —una bofetada de Anthony la silencia y ella se queda con los ojos abiertos acariciando la mejilla que él ha golpeado. Ese hombre que tiene frente a ella no lo reconoce, Anthony siempre fue lindo con ella, no entiende qué está ocurriendo ahora.

—A mí no me contradigas —le advierte él con los dientes apretados y luego se dirige a los hombres que acompañan al doctor—. Asegúrense de escoltar al doctor hacia donde tenga que ir y que esta no se escape —le dedica una mirada de odio a Kate y sin dejar de mirarla a los ojos, la sentencia—. Cuando el doctor termine el procedimiento, la dejan tirada por ahí para que se muera.

—¡No Anthony, por favor! —le dice ella arrodillándose frente al hombre, suplicando por su vida y la de su hijo—. ¡¡Déjame ir, te prometo que nunca más volverás a verme, ni sabrás de este hijo!!

—¡¿Acaso crees que nací ayer?! Conozco a las mujeres como tú, en cuanto puedas, regresarás para molestarme y harás que ese hijo me ponga en desventaja con los demás.

—¡No veo de qué manera mi hijo pueda ponerte en problemas! Sólo eres un policía, importante y respetado, ¡nada más! —ante las palabras de Kate, todos rompen en carcajadas. Anthony se acerca a ella y le dice muy cerca de su rostro para intimidarla.

—Sí, eso es cierto, pero soy uno de esos policías a los que la gente le huye —ella abre los ojos por el miedo y el hombre continúa—. Verás, querida, no soy de los buenos y eso debiste haberlo sabido. ¿En verdad creíste que soy un heredero que quiso buscar justicia en lugar de disfrutar de su fortuna?

«El peor error que he cometido fue querer quedarme contigo más de lo que me quedé con las otras. Debe ser porque me ofrecías algo mejor que las demás —Anthony se gira y mira por la ventana para dar su última orden—. ¡Llévensela!

Entre gritos y súplicas, Kate es sacada de la mansión de Anthony. La suben en un vehículo de vidrios tintados y la lanzan como si fuera un costal de papas. Allí la mujer se encoge y llora desconsoladamente, pensando de qué manera puede escaparse de aquello que le está tocando vivir.

No sabe cuánto tiempo después el vehículo se detiene y los hombres la sacan sin ningún cuidado. El doctor la lleva hasta un edificio y allí la mete dentro de una sala.

—¡Por favor, tenga piedad de mí! ¡No mate a mi hijo! ¡¡Déjeme escapar!!

—Aprecio mucho mi vida, señorita. Si yo hago lo que usted me pide, el señor DeMarco me matará. Ahora le agradeceré que se meta allí y se cambie de ropa. Encontrará una bata que debe colocarse, yo saldré un momento a buscar algunas cosas que necesito para el procedimiento.

El doctor sale de allí y la deja sola, Kate comienza a mirar a todas partes y se da cuenta que hay una ventana que da a la calle, se acerca a ella y trata de abrirla, pero no lo consigue.

Mira a todos lados para buscar la manera de romper el vidrio y así escapar de allí. Ve un trofeo de golf, lo toma y se siente pesado, así que corre a la puerta, coloca el seguro y la traba con un mueble. Luego, con el objeto firmemente entre sus manos, golpea la ventana destrozando el vidrio por completo.

Se salta la ventana y corre por su vida como si no hubiese un mañana. Busca entre su ropa algún dinero o algo que le pueda ayudar a tomar un taxi y escapar de allí, pero sólo consigue el reloj de oro que Anthony le regaló hace un tiempo.

Un vehículo pasa y ella lo detiene pidiéndole ayuda, le ofrece el reloj a cambio y el hombre no duda en ayudar a Kate, escapan de allí justo cuando los hombres se dan cuenta de que la mujer no está por ninguna parte…

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